Siempre es una buena noticia que se publique una nueva obra con la firma de Jacques Tardi en la cubierta: este autor de cómics francés cuenta con una carrera incontestable a estas alturas, y mira que ha tocado tantos palos que para alguien con menos talento que el suyo habría sido muy fácil trastabillar en alguno. Pero nada: ya se dedique a sus propias creaciones (como la resolutiva Adèle Blanc-Sec y sus extraordinarias aventuras) o a adaptar materiales ajenos (caso de las novelas policíacas de Léo Malet o Manchette, que transmutadas en su pluma siguen tan frescas como el primer día), el resultado de su ejercicio siempre es espléndido. Ahora bien, según muchos lectores y estudiosos del medio, sus obras maestras habría que buscarlas en su producción más apegada a la realidad; esto es, en la ingente cantidad de páginas que ha dedicado a retratar la Primera Guerra Mundial, y que le han servido para dejar constancia del sinsentido de los conflictos bélicos.
En esta misma línea de memoria histórica se engloba su último álbum, Elise y los nuevos partisanos, si bien este cuenta con la particularidad de que lo firma por vez primera junto a su esposa Dominique Grange. De hecho, la Elise del título es un trasunto ficcional de esta cantante y militante política que manifiesta que la presente novela gráfica “no es ni autobiografía ni ficción”. En efecto, su relato transita por el tan vasto como pantanoso territorio de la memoria ficcionalizada, modalidad narrativa que permite a sus autores-personajes dotar de verosimilitud a lo narrado al mismo tiempo que les da carta blanca para tomarse algunas libertades creativas en beneficio de la experiencia lectora. De este modo, la obra sigue a su joven protagonista desde 1958 hasta finales de la década de los setenta; esto es, desde que decidida a formarse como actriz teatral abandona su Lyon natal y llega a un París sumido en las protestas contra la guerra de Argelia, hasta que conoce a su futuro esposo en la redacción del primer número de B.D., l'Hebdo de la B.D.; entre un momento y otro, la toma de conciencia política promovida por el célebre Mayo del 68 y su ingreso en el grupo de extrema izquierda Gauche Prolétarienne, que le llevaría -entre otras experiencias traumáticas- a ser encarcelada y a sufrir graves quemaduras por todo su cuerpo durante la manipulación de un artefacto explosivo. En resumidas cuentas: un emocionante y arrollador alegato contra la explotación laboral, la xenofobia y el ejercicio del poder mal entendido de la mano de una mujer que lo vivió en primera persona, y que es materializado en negro sobre blanco con su habitual maestría por un autor fundamental para entender la historia de la BD francobelga.
Tal y como le ocurrió a Dominique Grange en la convulsa Francia de comienzos de los setenta, otro personaje del siglo XX que también pisó la cárcel de forma injusta fue Marcelo Usabiaga, histórico militante comunista cuya biografía en viñetas, ¡Cava y calla!, acaba de publicarse en la misma colección Memoria Gráfica de la que hablábamos hace unas semanas al hilo de los cómics del alcoyano Jordi Peidro. Esta vez, la edición de Desfiladero cuenta con la colaboración de la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Archivo Republicano Marcelo Usabiaga, y se basa en la primera parte de la biografía de este luchador antifascista escrita por su hijo Miguel. El relato arranca en noviembre de 1934, tras el fracaso de la revolución obrera de Asturias, y con un Marcelo de dieciocho años que forma parte de una red solidaria encargada de ayudar a quienes tienen que cruzar la frontera con el país vecino para huir de la represión del gobierno de Gil Robles. Es entonces cuando empieza una lucha contra el régimen franquista y otras muchas injusticias sociales que le llevaría a prisión en varias ocasiones, y que no cesó hasta su muerte en 2015 cuando le faltaba poco más de un año para cumplir los cien años de edad.
Los encargados de convertir en cómic las memorias de Marcelo Usabiaga han sido tres autores ideales para semejante proyecto: por su parte, el divulgador turolense Pepe Gálvez cuenta en su faceta como guionista con una considerable producción de entre la que cabe destacar dos títulos muy apegados a la historia del siglo pasado e igualmente incluidos en la mencionada colección: El partido de la muerte y Miguel Núñez. Mil vidas más, este último otro relato biográfico centrado en la lucha antifranquista. En cuanto al apartado gráfico, este corre a cargo de dos veteranos dibujantes valencianos: Manuel Granell, que regresa al medio que cultivó en su juventud tras varias décadas dedicado a la ilustración infantil y el diseño gráfico; y Sento Llobell, de quien su monumental e indispensable Dr. Uriel ya daba buena cuenta de su querencia por reflejar episodios de la Guerra Civil española, y que aquí figura como responsable de la dirección artística del álbum. El resultado de la conjunción de estos tres creadores, que viene acompañado como de costumbre por material extra de carácter histórico, no podía ser sino una lectura altamente satisfactoria tanto para los amantes del noveno arte como para cualquier interesado en nuestra historia reciente.
También es historia reciente, aunque nos resulte más lejana, los sucesos narrados en Kent State, novela gráfica que el año pasado obtuvo el prestigioso premio Eisner al mejor libro basado en hechos reales. En esta ocasión, dichos hechos reales acontecieron a finales de abril y comienzos de mayo de 1970 en la universidad de Ohio cuyo nombre da título a la obra, y culminaron cuando -tras varias jornadas marcadas por un estado de paranoia que generó sospechas infundadas- la Guardia Nacional disparó sobre un grupo de estudiantes que se manifestaban pacíficamente contra la guerra de Vietnam, matando a cuatro de ellos e hiriendo a otros nueve. Mediante el retrato que hace de estos universitarios abatidos y otros que fueron testigos de aquel infausto episodio en una época marcada por la contracultura y el antibelicismo, Derf Backderf acaba convirtiendo su más reciente novela gráfica en una elegía por las víctimas al mismo tiempo que un merecido ajuste de cuentas con un episodio de la historia de Estados Unidos que fue convenientemente silenciado por el gobierno de Richard Nixon... y así, hasta la fecha presente.
Al autor de este espléndido cómic lo descubrí con su también magnífico Mi amigo Dahmer, que fue mi cómic extranjero favorito del año 2014, y en el que ejecutaba una particular autobiografía parcial centrada en su adolescencia y más concretamente en su amistad con un compañero de clase que años después sería tristemente conocido: Jeffrey Dahmer, el asesino en serie que sería apodado por la prensa como “el Carnicero de Milwaukee”. Desde entonces, Backderf ha sido nominado dos veces más al Eisner y ha obtenido el premio Robert F. Kennedy de Periodismo por sus cómics políticos. A la luz de este consolidado prestigio profesional, así como de la lectura de una maravilla como el presente Kent State, podría decirse que el periodismo en viñetas cultivado por Joe Sacco, que resulta tan documentado como poderosamente expresivo, ya tiene un más que digno sucesor. Una medalla esta, como puede apreciarse por las otras recomendaciones de hoy, lograda no precisamente porque le falte competencia.
Elise y los nuevos partisanos, ¡Cava y calla! Marcelo Usabiaga, luchador antifascista y Kent State están editados por Salamandra Graphic, Desfiladero y Astiberri respectivamente.