Contra la polio
A cierta velocidad, entre el tráfico caótico de un país subdesarrollado, dos individuos circulan en motocicleta. Zigzagueando. Como serpiente. Uno conduce y el otro, armado, atisbado el objetivo, dispara a matar. Y mata. Sin precisión pero mata. Cobarde y asesino mata, cobardes y asesinos matan. Matan a una o a varias personas que están vacunando contra la polio.
Terminando el año pasado, las agencias internacionales informaban con la confusión típica con la que llega la información desde los países donde es difícil la libertad y las comunicaciones, que en Pakistán habían atentando contra varias personas. Las víctimas, principalmente mujeres pakistaníes, participaban en la campaña de vacunación contra la polio. Un día en Karachi, en el sur. Otro día en Peshawar, en el noroeste. Otro día... Muertas. Heridas. Heridas y muertas.
En Pakistán la poliomielitis todavía es endémica. Naciones Unidas, ante los asesinatos, se ha visto obligada a suspender la campaña en alguna provincia. Las confusas noticias acusan de los atentados a los talibanes islamistas. Algún grupo talibán lo niega pero sin dejar de criticar la vacunación, viéndola como "conspiración occidental", como tapadera "para espiar y esterilizar a los musulmanes". En esta denuncia pesa la sospecha de que, cuando el seguimiento contra Osama bin Laden, la CIA usó la estrategia de una falsa campaña de inmunización. A saber... En 1994, en Pakistán se contabilizaron veinte mil casos de polio. Tras las campañas de vacunación, en 2012 se han registrado cincuenta y seis. La polio.
Si normalmente en el recuerdo las cosas pierden color, cuando recuerdo en mi infancia la amenaza de la polio, las imágenes aún se decoloran más. Y faltándoles luz y salud se llenan de frío. Hace cincuenta años, el treinta de enero de 1963, el Boletín Oficial del Estado español publicaba una Orden de 26 de enero del Ministerio de la Gobernación, siendo ministro Camilo Alonso Vega. La Orden cargada de ambigüedades según algunos estudiosos venía a ser pionera de las vacunaciones sistemáticas en España. En este momento contra la poliomielitis. Enfermedad que había hecho estragos en años anteriores y seguía y seguiría haciéndolos. Las estadísticas oficiales en 1963 hablaban de dos mil casos de parálisis y doscientos fallecimientos. Contra ella, en España, en un contexto de lucha interna entre organismos y facciones del régimen franquista por el control de la política sanitaria aquí falangistas contra "tecnócratas", SOE (Seguro Obligatorio de Enfermedad) contra DGS (Dirección General de Sanidad), las autoridades anunciaban la realización de campañas de vacunación antipoliomielítica a la que tendrían derecho infantes de hasta siete años de edad. Las provincias de Lugo y León fueron provincias piloto. Se hizo con titubeos, si vacuna Salk (inyectable) o si vacuna Sabin (bebible, administrada mediante gotas en un terrón de azúcar). Se hizo "jugando" con lo que no se juega, con la salud. Se hizo, como suelen hacer los estados totalitarios, responsabilizando a los individuos del éxito o fracaso de una política que tenía que ser responsabilidad estatal. Y aquí los individuos eran las madres. "Tu pereza para acudir a los Centros de vacunación puede significar mañana la invalidez para tus hijos. Protégelos con la vacuna por vía bucal" decía la publicidad oficial.
Para conocer los entresijos de estas políticas nos ha resultado muy orientador el artículo "Las campañas de vacunación contra la poliomielitis en España en 1963" de J.A. Rodríguez y J. Seco (Asclepio, 2009, vol. LXI). Sirvan nuestras palabras de homenaje para quienes en aquellas generaciones, enfermos de polio, contemplaron nuestros juegos sin apenas poder participar, o para quienes murieron de lo que nos parecía un mal aire que cualquier día nos soplaba. Un mal aire. Miedo.