Estación de Cercanías

Contra las barbaridades, desobediencia

Villena debería ser estudiada científicamente para poder conocer el por qué de la terquedad, ceguera y corta capacidad de miras que venimos padeciendo tradicionalmente, y mantenemos, en la conservación de nuestros bienes.
Cuando todavía estamos intentando destilar el hartazgo de plaza de toros que hemos sufrido estos últimos meses, y cuando la visión de un decrépito monumento, emblema de la dejadez, ha ganado una elecciones y ha conseguido que se destinen a su puesta en pie gran cantidad de millones de hoy, que ayer habrían sido muchos menos; cuando la sociedad villenense ha apostado por el partido que ha prometido cuidado por lo nuestro destinando una concejalía a la conservación o recuperación del patrimonio, que tendrá que posicionarse al respecto del tema que nos ocupa; cuando siempre nos quejamos de lo mucho que hemos sido, de la gran cantidad de cosas que hemos tenido y perdido, ahora le toca al más intangible de nuestros tesoros, las fiestas, padecer las dentelladas de los que ven en pueblo ajeno imágenes a imitar sin pararse a mirar por un momento lo hermoso de las suyas. Y para colmo de males, parece ser que la política ha tomado cartas en este truque y retruca en las Juntas de compromisarios dando la partida a decisiones absurdas y vacías de argumentos, como lo ocurrido con la Retreta y su recorrido.

El desastre manifiesto de la eliminación la Losilla es un tema tabú que nadie encara abiertamente pero que todos sabemos y padecemos. Al fracaso total de esta Junta Central de Fiestas con “Entrefiestas” –que si bien fueron concebidas con unas magnificas intenciones, no pasaron de ser lucimiento de ellos mismos, sin provecho alguno para los verdaderos problemas de la fiesta–, ahora se une el Rabal. Estoy convencida de que la estrategia a utilizar es la siguiente: Empecemos tanteando el terreno eliminando de estas calles un desfile secundario, estudiemos la reacción popular y después de ello continuemos quitando otros desfiles, pero que no se sepan nuestras intenciones. El lema: No digamos lo que pensamos pero actuemos desde el entramado interno de comparsas y Junta Central para llevarlo a cabo. Hipócrita actuación que corrobora el “casual” silencio que han guardado las presidentas de Corsarios y Marruecos al ser preguntadas al respecto, y que deja una mal oliente sospecha.

Aquí todos y con legitimo derecho opinamos. La presidenta de los Marruecos pide la eliminación de las madrinas; yo odio los disparos, que los quiten; la actual directiva de la JCF sólo vive por y para las sanciones, con reuniones semanales destinadas a estudiar vías legales que le den validez, y para colmo todavía en 2007 tenemos que leer a machistas incurables como Nixon (forista de Epdv) culpando a la mujer, verdaderamente lamentable.

¿Imaginan un día 5 en el cual los festeros mayoritariamente volviésemos a la Losilla porque así lo queremos? Descabellado, pero todo es posible, porque tal y como funciona el ámbito resolutivo de la fiesta estamos a merced de las decisiones que toman el 0.71% de los festeros, muestreo que ni de lejos representa la voluntad o el querer del resto. ¿Se puede llamar representación y opinión del mundo festero a menos de un 1% del total? No, desde luego que no; y después de todo esto, ¿qué nos queda a los que nos dolemos con esta insensatez que solapa la historia por la apariencia, nuestras costumbres por las ajenas y la esencia de nuestras fiestas, que es la participación de todos, por las sanciones? Seguramente sólo la rebeldía, y llegado el momento hacer uso de la desobediencia, confiar en la palabra de Celia Lledó y su promesa de protección patrimonial, o tomar seriamente cartas en el asunto y plantar cara.

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