Abandonad toda esperanza

Cuando fuimos extraños

Abandonad toda esperanza, salmo 253º
La primera adolescencia es ese momento en el que empiezas a interesarte por, entre otras menudencias, la música: los que tienen hermanos mayores empiezan a robarles los discos, y los que no, se educan como pueden en el patio del colegio y con programas de televisión que antes les aburrían, como Tocata o Rockopop. Por supuesto, con una educación tan a salto de mata muchas veces se cometen verdaderas tropelías y se desarrolla un gusto entre el eclecticismo y la bipolaridad que lo mismo te lleva a Jimi Hendrix que a Modern Talking. Por aquella época, con quince años y en la que escuchaba por igual los grandes éxitos de Leonard Cohen o el último trabajo de Olé Olé, un servidor descubrió a The Doors. Y también a Jim Morrison, claro, pero una vez superada la fascinación adolescente por la figura del poeta maldito que vivió rápido, murió joven y dejó un bonito cadáver, quedaba uno de los grupos musicales más fascinantes de todos los tiempos, y discos como su deslumbrante debut, Strange Days, Morrison Hotel o L.A. Woman (su carta de despedida) se escuchan hoy, casi medio siglo después de su grabación, con la misma fascinación con la que los escucharon los jóvenes que se opusieron vehementemente a la represión del Estado, las fuerzas policiales y la guerra de Vietnam.

Todo esto viene a cuento porque se acaba de estrenar el documental When You’re Strange, un repaso a la vida y milagros del grupo, que escribe y dirige Tom DiCillo. Este, cineasta independiente que empezó como director de fotografía de los primeros trabajos de Jim Jarmusch para luego dirigir cintas como Vivir rodando o Una rubia auténtica, andaba últimamente de capa caída y se había visto obligado a refugiarse en la televisión grabando episodios de Ley y orden, una situación que afronta con humor llegando a manifestar que tendrá que hacerse amigo de Quentin Tarantino si quiere seguir viviendo de esto.

Con este nuevo trabajo DiCillo intenta recuperar parte del prestigio perdido, y prescindiendo humildemente de entrevistas actuales y recreaciones dramáticas construye el relato únicamente a partir de material de archivo grabado por otros, entre ellos el propio Morrison con sus películas experimentales de cuando estudiaba cine en UCLA. De esta forma, y acompañados por la voz en off de Johnny Depp (otro que cuando se trata de contracultura se apunta a un bombardeo), asistimos a la formación, meteórico ascenso y abrupta caída de The Doors, banda de la que por mucho que se trate de desentrañar las claves de su sonido inimitable (que si la ausencia de bajo, que si la influencia del flamenco del guitarrista Robby Krieger, que si los desvaríos jazzísticos del organista Ray Manzarek y el batería John Densmore), todavía mantiene un halo de misterio alrededor de temas como "Light My Fire" (el primer gran hit de su carrera) o "The End", tema que utilizó con acierto Coppola en Apocalypse Now y que siempre me ha parecido, junto con "Child in Time" de Deep Purple, el tema perfecto para poner banda sonora al Apocalipsis.

De paso, no pude evitar revisar la película que Oliver Stone dedicó al grupo, y que todavía me sigue pareciendo de lo mejor de la carrera del realizador; no digamos ya de un Val Kilmer que nunca ha estado mejor que cuando resucitó a Jim Morrison como regalo a una legión de fanáticos que todavía no se han hecho a la idea de que este lector aventajado de Blake y Rimbaud ya no está entre nosotros.

When You’re Strange se proyecta en cines de toda España.

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