Editorial

Cuando las soluciones se convierten en problemas

Parece mentira que, con la cantidad de problemas que tiene nuestra ciudad, estemos malgastando nuestro tiempo dándole vueltas a una pequeña circunstancia que ni le va ni le viene a una mayoría de la ciudadanía ni puede, por sí sola, arreglar cualquiera de las dificultades reales que padece Villena.
Una vez más, nuestros representantes políticos, ya sean del gobierno o de la oposición, demuestran su escasez de miras y su poca valía para la gestión. Discutir ahora sobre el cierre o la reapertura de Luciano López Ferrer, dos opciones que cuentan tanto con avalistas como con detractores, se podría haber evitado fácilmente si todas las partes hubieran sido invitadas a participar en la elaboración del proyecto de remodelación del Paseo Chapí. Entonces era el momento de analizar los pertinentes informes policiales y consensuar una solución en base a criterios objetivos de movilidad, densidad de tráfico, costes económicos y comodidad para vecinos y viandantes. Por el contrario, cualquier decisión que se tome ahora resultará extemporánea y fuera de lugar, porque el sectarismo político y la voluntad de imponer los criterios propios en lugar de escuchar lo que de bueno tienen los ajenos nos lleva, como siempre, a una lucha de siglas en la que siempre resulta perdedor el mismo: el ciudadano.

De ahí que lo que no es más que una decisión administrativa de tercera categoría acabe salpicando toda la vida municipal, comenzando por dejar una institución como el Pleno a la altura del betún –¿de qué sirve, se preguntan los ciudadanos, si las decisiones que adopta no se llevan a la práctica?–, siguiendo por la generación de un enfrentamiento, dialéctico, pero enfrentamiento al fin, entre vecinos –recogida de firmas a favor de ambas opciones– y acabando con una chirigota en la que muertos como Franco, Millán Astray o Lola Flores, artistas y demás folclóricos estampan su firma, tirando por tierra el esfuerzo que supone llevar a cabo una recogida de firmas que, incomprensiblemente, no se ha visto coronada con una revisión de las rúbricas antes de su pertinente registro en el ayuntamiento.

Y mientras malgastamos nuestro tiempo en estos fuegos de artificio, nadie pregunta por la verdadera solución al problema del tráfico –y a muchos otros– en Villena, como si a nadie le interesara la cuestión. ¿Cómo avanza el asunto de la integración del ferrocarril en Villena? ¿Sabemos en qué punto se encuentra el estudio para dictaminar alejamiento o soterramiento? ¿Afectará a Villena el recorte de inversiones anunciado por el Ministerio? Todo esto, al parecer, es menos importante que el cierre de 40 metros de calle.

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