De vuelta a Baker Street
Abandonad toda esperanza, salmo 214º
Se cuenta que Rafael Azcona gustaba de contar el siguiente chiste... Dos ovejas están comiéndose unos rollos de celuloide, y una le pregunta a la otra: "¿Te gusta?"; a lo que la segunda responde: "Me gustó más el libro". Con Sherlock Holmes, recién estrenada, me pasa un poco lo mismo: es mucho mejor de lo que esperaba, pero el placer que proporcionan los relatos escritos por Arthur Conan Doyle es irrepetible. Bien harían los espectadores, les guste o no esta nueva encarnación, en hacerse con Sherlock Holmes anotado, que ya recomendé de cara a los regalos navideños y que agradecerán autorregalarse ahora: esta edición de lujo con notas eruditas de Leslie S. Klinger vale cada uno de los sesenta euros que cuesta.
En cuanto al film, no esperaba la película definitiva acerca del mito, pues directores como Billy Wilder o Terence Fisher ya se ocuparon de él, pero sí me parece de lejos el mejor trabajo de Guy Ritchie... aunque esto no signifique demasiado: quizás un servidor, en el lecho de muerte, tenga un éxtasis místico como Santa Teresa y alcance a entender en qué se basa el prestigio que se le supone al realizador de cosas como Snatch o RocknRolla. Por supuesto, tratándose de Ritchie, los más puristas se echarán las manos a la cabeza ante algunas soluciones visuales que a priori nada casan con la estética victoriana, pero el realizador es lo suficientemente inteligente como para beber de todos los Holmes que en el mundo han sido, de Basil Rathbone a Peter Cushing pasando por el investigador adolescente de la deliciosa El secreto de la pirámide (ah, ese guiño final al profesor Moriarty)... y no me atrevo a decir que hasta de los canes animados de Miyazaki. Además, parafraseando a Gila podríamos exclamar aquello de: "Alguien por aquí se ha leído From Hell de Alan Moore...".
Igualmente, aparecen las referencias que todo el mundo espera ver: el 221b de Baker Street, la señora Hudson, el inspector Lestrade, la pipa y el violín. Curiosamente, no esperen escuchar "Elemental, mi querido Watson" en boca de Robert Downey Jr., un actor excepcional que consigue que nos olvidemos de que su físico nada tiene que ver con las descripciones de Conan Doyle. Junto a él un Jude Law espléndido, que comparte con su compañero la química necesaria para transmitir esa camaradería entre Holmes y Watson que siempre ha sido uno de los puntos álgidos de la mitología holmesiana. Pero, y es el signo de los tiempos, junto a la intriga criminal, las dotes detectivescas de Holmes -en qué pocas ocasiones podemos oír algo como "es rododendro hidratado" con tanto deleite-, su misoginia y prepotencia, el humor (no sé si inglés) y la flema esta sí británica, y envueltas en una factura visual impecable, somos testigos de numerosas escenas de acción que revelan que sus artífices no se han atrevido a limitarse a contar la simple investigación de un caso. Pero el carisma de los personajes y los actores son tales que ni siquiera el ex marido de Madonna ha sido capaz de estropearlo todo.
En un examen, a la pregunta de cómo descubre Holmes que Stapleton es descendiente ilegítimo de los Baskerville, una alumna me respondía que mirándolo en Internet. Lo que le decía del signo de los tiempos: seguro que a mi alumna le gustaría el Holmes de Ritchie. Lo que no me esperaba es que me gustase a mí también.
Sherlock Holmes anotado está editado por Akal; Sherlock Holmes se proyecta en cines de toda España.