Testimonios dados en situaciones inestables

Diana, 24 años

- No puedo evitarlo, te lo juro. Haga lo que haga, camine por la calle, entre a comprar al supermercado o vaya a la oficina del paro a fichar, me paso el día fijándome en todos los tíos de veinte (sí, quizá de menos edad también) a cuarenta años (sí, quizá de más edad también) e imaginándome casada con ellos.
Es automático. Los veo y ya estoy imaginándome todo tipo de situaciones claramente conyugales, como salir a pasear, comer paella, realizar desganados actos sexuales, pelear por una factura, ver la tele, visitar a sus padres… ¿Sabes? Es como un mecanismo de defensa, como una maldita reacción biológica que deseara protegerme por saturación, porque resulta repugnante en cada caso, imagínatelo, claramente insatisfactorio. Bueno, tú no puedes imaginártelo, claro, porque estás casada con ese bendito de Luis, ese error positivo de la naturaleza.
- ¡…!
- Pero estarás de acuerdo conmigo que en Villena la mercancía es de calidad ordinariamente media baja; vamos, que los ves a medio metro y la mayoría no sirven ni para primeros auxilios. Solo se entiende que estén casados o cohabiten debido a un trastorno generalizado del género femenino; o que a mí la glándula que controla esa necesidad no se me activa convenientemente; o que yo soy demasiado exigente y práctica y realista y no me vale un sujeto que, en un Test Básico de Calidad de Producto que cualquier empresa responsable y eficiente realizara, no pasaría del calificativo de Desechar Y Volver A Diseñar Desde El Inicio. Aunque no creas que mi imaginación se detiene ante el hecho de que estén casados, no, todas sabemos (tú y yo sabemos) que una esposa inhibe a su marido del adulterio y posiblemente del abandono de su familia lo mismo que los parches de seguridad de Windows inhiben a los piratas informáticos. Y si tienen hijos es lo mismo, porque dime tú a mí cuándo un hombre ha dejado de invadir un país o de asesinar a sus enemigos porque tenga hijos. Vamos, quitando a tu Luis, que es un sol.
- ¡¿…?!
- Venga, tía, no estarás celosa. Sí, reconozco que también me he imaginado todas esas cosas con él, y es cierto que, bueno, es de los pocos casos en que la cosa, todo eso de visitar a sus padres o comer sopa o realizar toda clase de ejercicios sexuales, no me parecía asqueroso.
- ¿¡¡¡…!!!?
- Pero no me mires así, tía, claro que cuando digo ejercicios sexuales me refiero a lo que tú y yo sabemos, que no hemos nacido ayer. Pues claro que me imagino haciendo de todo con él con todo lujo de detalles. ¿O te crees que soy tonta y no sé de lo que va la cosa?
- ¡¡¡¡¡¡…!!!!!!
- Creo que estás exagerando, tía. Sólo estoy siendo sincera. Y no te conviene tener esa actitud, o cualquier día Luis se va a cansar de tus manías y se va a largar con otra, ya lo verás. Y luego no me digas que no te lo dije.

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