Cartas al Director

Dignidad, principios y otras mentiras

El regidor que, perteneciendo a un grupo político, pasa a formar parte, una vez elegido, de otro distinto, representa un fenómeno muy preocupante de nuestra vida democrática, pues los cambios que se producen en relación al Statu Quo inicial, alteran la voluntad auténtica de los votantes, bajo una envoltura de falsos principios y valores.
El Tránsfuga, persona experta en el mal llamado arte de “chaquetear”, no suele dirigirse hacia posiciones políticas extremas ni distantes, sino hacia partidos cercanos que, o bien poseen poder o aspiran a él, ya que su mentira se basa en el anhelo de mejorar considerablemente sus expectativas de futuro sin que suelan intervenir auténticas motivaciones ideológicas.

Este tipo de individuos, erigidos a sí mismos como los baluartes de la dignidad, ignoran por completo los principios contenidos en nuestra Constitución Española, que en su Artículo 68 define claramente nuestro sistema democrático. Una estructura de listas cerradas y bloqueadas en la que el ciudadano acude a la urna a depositar su papeleta a favor de unas siglas políticas, además de al candidato, como su figura más conocida y mediática. Desde el 27 de diciembre de 1978 y mejorada en la Ley Orgánica del 19 de junio de 1985, el régimen electoral General es entendido así. 30 años de funcionamiento democrático interrumpidos puntualmente por determinados personajes, que, guiados por su pragmatismo y ambición personal, amparada en la supuesta “defensa de los derechos individuales” y “la defensa a ultranza de la ciudad de Villena”, rompe sin ningún tipo de escrúpulo conocido con quienes le proporcionaron los medios para su elección y con quienes, gracias al voto del Partido Popular adquirieron su nueva condición de regidores villenenses. “¡Qué dogmáticos, totalitarios y tiranos son Celia y todo su equipo!”. “¡Y ahora también el Pepé que nos echa! piensan ellos...”.

Dogmáticos como el Partido Popular local, cuya presidenta arrasó en su asamblea local con casi el 80% de los votos, totalitarios como el Partido Popular de Alicante y tiranos como el Partido Popular de la Comunidad Valenciana, primera formación política de nuestra Comunidad Autónoma. Además, el tránsfuga posee una cualidad especial para entender la democracia. “Su acta” es suya y no del Partido Popular, “su asiento” porta su intachable estirpe generacional, “su autoridad” es irreprochable, “su legitimidad” es incuestionable y “su dignidad” impecable.

Ante este ataque al sentido común y a la decencia democrática, el protagonismo de estos “ilustres” concejales se propaga más allá de nuestras fronteras de manera intolerable, mostrando una profunda ausencia de honestidad política que, sin duda, ha marcado un antes y un después, no sólo en la lucha contra el transfuguismo en la jurisprudencia española, sino en un verdadero hito desgraciado en nuestra ciudad.

Los intereses personales o las venganzas viscerales no deben convertirse en monedas de cambio de la “actividad democrática”, pues está en juego, no sólo la voluntad popular expresada el pasado 27 de mayo de 2007 en las urnas, otorgando una mayoría absoluta al Partido Popular, sino los verdaderos intereses, que no son otros que la defensa de nuestros más firmes valores democráticos que, contribuyen a reforzar la transparencia en nuestra vida local. Desgraciadamente, en estos momentos en Villena, un grupo de cinco individuos, están mermando esa voluntad democrática, olvidando a su suerte, durante todas las sesiones plenarias, al Partido Popular, constituyendo un grave atentado contra los intereses legítimos de toda una ciudadanía.

Los nuevos ediles No Adscritos (NA) no han valorado el daño que han perpetrado a Villena y no lo han hecho porque la verdadera dignidad nunca va precedida de tanto orgullo, altivez y ambición. En cambio la honestidad, la fidelidad y la confianza sí son más amigas de lo digno. Apelando al gran padre de la filosofía, Aristóteles: “La dignidad no consiste en nuestros honores sino en el reconocimiento de merecer lo que tenemos”.

Juan Carlos Pedrosa, Juan Richart, Virtudes Amorós, Mari Paz Poveda y Adela Serra, por más que repitan su falsa condición moral en repetidas y cansinas intervenciones mediáticas, nunca comprenderán la verdadera dignidad hasta que su ensordecedor engreimiento no acabe, y éste hecho sólo tendrá lugar en el momento devuelvan el acta a su verdadero dueño: todos los ciudadanos que depositaron su confianza en unas siglas denominadas Partido Popular (PP).

“La dignidad no consiste en nuestros honores sino en el reconocimiento de merecer lo que tenemos”. (Aristóteles)

Fdo. Eduardo Hernández-Aznar Ripoll

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