Abandonad toda esperanza

Divino tesoro (y 2)

Abandonad toda esperanza, salmo 183º
Si la semana pasada les recomendé tres cómics protagonizados por adolescentes, hoy viajamos un poco más atrás en el tiempo y nos retrotraemos a los años de la infancia, a esa época en la que nuestra personalidad estaba todavía por formar y cuando parecía que la vida iba a ser eterna.

Luego descubriríamos que no lo era: posiblemente fue la muerte de Freddie Mercury, el vocalista de Queen, el primer fallecimiento de una celebridad que a un servidor le afectó realmente. Allá por los comienzos de los 90 yo era un rendido admirador de la banda inglesa, y la noticia de la defunción de su cantante víctima del sida fue todo un golpe... Aunque desde luego no lo acusé tanto como Mike Dawson, que años después dedica toda una opera, su contundente novela gráfica Freddie y yo, a la relación que mantuvo a lo largo de la infancia y la adolescencia con sus ídolos, los autores de clásicos del rock contemporáneo como "Bohemian Rhapsody", "I Want to Break Free" o "The Show Must Go On". El resultado es una delicia narrativa, un fresco que abarca varias generaciones, que satisfará hasta a los enemigos más acérrimos de Queen.

Igual de personal y autobiográfica, pero mucho más lírica, resulta Mistigri, donde Chris Stygryt, con la impagable colaboración del dibujante Nacho Casanova, recupera a modo de fotografías rescatadas del fondo de un baúl olvidado aquellos años en los que no era más que un chaval de educación primaria, un pequeño artista con intereses creativos que apoyaba su profesora de manualidades. La relación del pequeño con sus padres y abuelos, la ausencia de amistades en el colegio, la llegada de un nuevo hermanito o una crisis de pareja apenas sugerida son algunos de los esbozos de un álbum para paladear con tranquilidad.

Su publicación serializada y su pertenencia a un género -el fantástico- podrían inducir a algún lector a cometer al trágico error de dejar pasar el soberbio Aula a la deriva, de Kazuo Umezz, un autor clásico del manga, considerado como el padre del cómic de terror nipón que, hasta hace bien poco, era casi un desconocido en España. Una laguna imperdonable que se solventa ahora con la publicación de este relato en el que un colegio con sus alumnos dentro desaparece por las buenas y se ve trasladado a otra dimensión que muy bien podría ser el futuro; allí los niños se verán obligados a madurar a marchas forzadas, para sobrevivir sin el apoyo de los mayores, ante un hecho para el que no parece haber explicación racional alguna, mientras la situación se hace cada vez más insostenible y la tensión aumenta sin freno.

Ahí van, de nuevo, tres recomendaciones que bien merecen el paseo a su librería especializada de confianza; luego no me digan que no saben qué leer porque me enfadaré.

Freddie y yo, Mistigri y Aula a la deriva están editados por La Cúpula, Edicions de Ponent y Ponent Mon respectivamente.

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