Abandonad toda esperanza

Docere et delectare (y 2)

Abandonad toda esperanza, salmo 504º
Ya les avisé la semana pasada de que hoy toca hablar de William Shakespeare, autor del que, como también ocurre con Cervantes, se cumplen en este 2016 los cuatrocientos años de su muerte. Si damos por buenas las palabras de Juan Antonio González Iglesias a las que aludíamos en la columna anterior, y parafraseamos su artículo recurriendo a una de las obras más populares del escritor inglés, podríamos decir que "hay que hacer que los niños y los jóvenes lean Hamlet. Igual que los llevamos a ver el Museo del Prado, no se les puede dejar solos en esa aventura, ni confiar en que lo leerán de adultos (...). La primera lectura de los clásicos debe ser obligada. Podría ser propuesta, sugerida u ofrecida, pero sería mejor que fuera obligada, sin miedo. Hay que haber leído Hamlet pronto, de joven, y si se puede, de niño, en alguna adaptación, que puede ser resumen o fragmento. (...) Y todo eso hay que hacerlo en la enseñanza".

Dicho esto, surge la pregunta: ¿cuándo, y cómo, leer Hamlet? Doy fe, puesto que es lectura obligatoria de la asignatura de Literatura Universal que imparto este mismo curso en un instituto de Secundaria, de que los alumnos de un primer curso de Bachillerato -esto es, chicos y chicas de unos dieciséis años- pueden leer y entender perfectamente (traducida al español, claro está) la versión íntegra de la tragedia de Shakespeare. También es cierto que la comprenden mucho mejor si la acompañamos de la proyección de la (espléndida) adaptación cinematográfica, íntegra también, que protagonizó y dirigió Kenneth Branagh en 1996. Una película que no me canso de ver, a pesar de sus cuatro horas de duración; y esto es mérito tanto de Branagh y su equipo como, sin lugar a dudas, del propio dramaturgo.

Pero, ¿cómo acercarse a Hamlet unos años antes? Se me ocurren, como poco, dos maneras: por un lado, la editorial Anaya nos brinda una posibilidad a tener muy en cuenta en su colección "Clásicos a medida", orientada a lectores más jóvenes, y donde el drama sobre la duda existencial por excelencia ha sido adaptado por Lourdes Iñíguez e ilustrado por Óscar T. Pérez; es una edición estupenda en la que, dada su voluntad didáctica, no faltan una introducción que contextualiza la obra en la época y la nación en las que fue concebida y un apéndice teórico sobre su autor y sobre el alcance histórico de la propia obra. Otra forma de aproximarse al texto original es, al igual que sucedía con el clásico inmortal de Cervantes, leer la adaptación al cómic de estética manga dentro de una colección de adaptaciones literarias, la que publica La Otra H, de voluntad divulgativa sin duda encomiable.

Por otro lado, también podemos divulgar la figura del bardo de Stratford-upon-Avon dejando de lado su ingente producción teatral y buceando directamente en su propia vida, repleta de enigmas por dilucidar. Así acomete su figura el escritor Vicente Muñoz Puelles en El misterio del cisne, novela juvenil cuyo subtítulo -El joven Shakespeare- deja ver muy a las claras por dónde van los tiros: se trata de una elucubración a partir de la figura del autor de Romeo y Julieta que arranca con el recurso tradicional del manuscrito encontrado y en la que no faltan las dudas ya habituales y un tanto conspiranoicas a propósito de la supuesta verdadera identidad de su protagonista. El libro, por cierto, cuenta con el consabido cuadernillo de actividades, esta vez a cargo de uno de mis autores favoritos de literatura infantil y juvenil: Diego Arboleda.

Para terminar de hacer atractivo el producto, El misterio del cisne cuenta con dibujos de Jordi Vila Delclòs, encargado también de ilustrar una más de las muchas ediciones del inevitable Don Quijote de La Mancha de Cervantes que han visto la luz en estos meses de fastos literarios. La edición crítica del texto, íntegra pero con la ortografía actualizada al castellano actual, ha corrido a cargo precisamente de Muñoz Puelles, y cuenta con sendos prólogos de Emilio Pascual y José Corredor-Matheos... este último crítico de arte y poeta de la Generación del 50 al que tuve la ocasión de conocer y escuchar hace bien poco en una memorable jornada cultural en la Universidad Miguel Hernández de Elche, y en la que el autor también hizo todo lo posible por divulgar la cultura entre los más jóvenes divirtiendo al respetable. Pero, como suele decirse, esa es otra historia que deberá esperar a ser contada en mejor ocasión.

Hamlet, El misterio del cisne (El joven Shakespeare) y Don Quijote de La Mancha están editados por Anaya; Hamlet (El manga) está editado por La Otra H.

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