“e las aguas de la lluvia…”
La amenaza del cambio climático sobre el bienestar humano y la salud del planeta es inequívoca
Hola de nuevo personas lectoras. Como dijimos en la entrega anterior, “Estado de Naturalez” pretende ser un espacio de sensibilización sobre la naturaleza y también un vehículo de sensibilización para su protección y defensa, con todo lo que ello supone.
Esta ardua tarea la vamos a acometer desde el punto de vista del Derecho y el compromiso social, pues también las normas jurídicas han colaborado históricamente y lo siguen haciendo (con mayor o menor acierto) en su protección, y desde el pasado 22 de septiembre en España se dado un pasito mas allá, y hemos subido un nuevo peldaño jurídico hacia los “derechos de la naturaleza”, pues una ley ha reconocido a una laguna salada denominada Mar Menor personalidad jurídica propia, y todo lo que ello supone.
Por extraño que nos pueda parecer, los cuerpos legales que incorporan preceptos encaminados a la protección legal de los elementos naturales (que configuran el medio ambiente en su conjunto), no es algo único de los dos últimos siglos, y es importante situar en el tiempo el hecho constatable de que la protección de la naturaleza ha sido una preocupación constantemente atendida por los legisladores en España desde el siglo XIII. Así pues, vamos a hacer un poquito de historia jurídica para comenzar a contextualizar el sentido de responsabilidad que siempre ha tenido el ser humano respecto del entorno que le proporciona la capacidad de supervivencia y en esta entrega vamos a retroceder hasta el Derecho Medieval.
Es importante recordar que ya en el siglo XIII, concretamente en 1265, aparecen las Siete Partidas de Alfonso X, también denominado popularmente “Libro de las Leyes”, y concretamente en el Título XXVIII, Ley III, en la 3ª de ellas, encontramos las primeras referencias que podemos considerar medioambientales. Este histórico cuerpo legal contenía una nómina de espacios y elementos naturales considerados dignos de protección, como son aquellas “cosas que comunalmente pertenecen a todas las criaturas que biven en este mundo como son el ayre, e las aguas de la lluvia, e el mar, e su ribera, pues cualquier criatura que viva puede usar de cada una de estas cosas según le fuere menester, y por ello todo hombre se puede aprovechar del mar y de su ribera, pescando y navegando y haciendo allí todas las cosas que entendiere que a su provecho serán." (Partida III, Título XXVIII, Ley III). La protección de la naturaleza se hará pues efectiva en esos días, en tanto en cuanto aparece vinculada la supervivencia de la especie humana a sus derechos y a los intereses patrimoniales de los individuos.
Volviendo a nuestros días, el 24 de octubre fue declarado por la ONU como el día mundial contra el cambio climático, una triste efeméride que pretende crear consciencia sobre los devastadores efectos que esta realidad está teniendo sobre el único planeta que tenemos para vivir, debido a que esta situación de cambio climático es real, demostrable, constatable y lejos de toda duda, y así se constata en el último informe realizado desde IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change ,que puedes leer en nature.org), el cual no deja espacio a la inacción pues concluye diciendo que “La amenaza del cambio climático sobre el bienestar humano y la salud del planeta es inequívoca”.
Así pues, y dado que cualquier ayuda es poca, desde este pequeño rincón vamos a seguir construyendo un relato de la protección ambiental con datos que no dejen lugar a la demagogia, pues después de haber pasado los 6 últimos meses en manga corta, gracias unas temperaturas que ha “reventado” los datos acumulados desde 1953, y cuando mi madre me cuenta que ella estrenaba en “la feria” el abrigo de invierno, escuchar en boca de algunas personas el término “superstición climática” para describir el cambio climático, sinceramente me deja perpleja ante la dimensión de la idiotez humana.
Es verdaderamente desalentador tener que escuchar tamaña barbaridad en boca de quienes se empecinan en minimizar esta grave realidad ejerciendo de kamikazes intencionados, que pretenden dejar en manos de la “acción divina” algo que solamente puede resolver la acción humana y la razón, y a ellos nos vamos a dedicar.
Espero Isabel que tu columna pueda ayudar, no a revertir el cambio climático, algo muy difícil en esta sociedad, si no siquiera un poco a mejorar las actitudes de nuestros convecinos en relación a nuestro entorno, a los vertidos, al reciclaje y a la mala actitud con la que cuidamos nuestro entorno. Suerte.