El antes y el ahora
Llevo más de 50 años luchando por que el Vinalopó se limpie todos los años...
Me llamo Isabel Ferrándiz Conejero y ya he superado la barrera de los 80 años de edad, algo que no me impide seguir al pie del cañón en mi particular lucha contra todo lo que al menos, bajo mi punto de vista personal, considero injusto o que no se atiende como correspondería.
He ido muy poco al colegio, teniendo que ponerme a trabajar antes de los nueve años en el campo, quizás por ello y dadas las circunstancias, me encanta todo lo relacionado con el campo, la naturaleza, los animales y todo lo que rodea a este sector. Como he mencionado, desde una edad muy temprana he estado trabajando en el campo, lo que me ha llevado a saber a hacer todas las faenas que con todo el respeto que le tenía a mis padres, ellos me mandaban hacerlas, recordando sobre todo el frío que se pasaba en la recogida de la oliva.
Para calentarnos, teníamos una lumbre que calentaba las piedras y luego éstas nos las metíamos en los bolsillos para poder calentarnos las manos. Cuando llegaba el verano, nos levantábamos a las cinco de la madrugada para segar, y no me quejaba, ya que era la vida del campo. El campo te da la vida y los recursos y tú se lo tienes que devolver atendiéndolo como se merece.
Esto lo digo sobre todo a esos políticos que estando subidos en su pedestal no saben o más bien no quieren saber, que el campo es la vida y, por lo tanto, quienes hemos trabajado el campo y quienes siguen trabajándolo, se merecen un respeto y una valoración que no se le tiene por parte de esta gente que cada cuatro años nos busca para que les demos el voto y poder seguir aplicando sus intereses en lugar de los intereses del pueblo, sin recibir un mínimo apoyo por parte de los administraciones.
Además de trabajar de agricultora, también y en mi última etapa laboral, he trabajado de ganadera, primero teniendo cabras y posteriormente ovejas.
Recuerdo mucho el refrán que solía decir mi padre a menudo, y era que valía más prevenir que curar, algo que he intentado tenerlo presente a lo largo de mi vida y pienso con ello que cuando tenemos que decidir hacer algo, debemos de pensar de qué manera podemos hacerlo mejor. Un claro ejemplo es lo que estamos viendo ya desde hace más años de lo que debería, con las catástrofes que ocasiona el desborde de los ríos.
Probablemente alguien pensará en el calentamiento del planeta, etc. etc., pero yo creo que tiene un sentido más normal y fácil de solucionar, y es que hace más de 25 años, si no más, que no se limpian, y para mí esta moda ecologista, es un antiecologismo realizado por gente con muchos estudios, pero ninguna práctica ni conocimiento real del terreno. Algo parecido ocurre también con las ramblas, donde se tira todo tipo de residuos, no se ha respetado sus cauces, construyendo en éstos, eliminando las cunetas, cuando la naturaleza, además de sabia, su fortaleza es inigualable.
Nunca se han puesto tantos impedimentos en el campo a la hora de quemar las leñas y todo lo que hacía daño al buen desarrollo agrícola o forestal y posiblemente no habían tantos incendios como hay hoy día, porque existía una unión, un cariño entre el trabajador del campo con éste, algo que por desgracia se ha ido perdiendo junto con el respeto y la educación, lo que nos ha llevado a lo que he dicho antes, gente con más estudios, pero con menos compromiso y personas que no respetan ni valoran, y prenden fuego porque no les preocupa o desconocen el daño real que se hacen a sí mismos. Con ello no quiero decir ni mucho menos en ningún momento que se permitan libremente las quemas, ya que nuestra sociedad actual no tiene nada que ver con la de décadas anteriores.
Vuelvo a recordar a esos políticos que únicamente se acuerdan del agricultor y ganadero cada cuatro años, para volverlos a engañar, sin pensar que llenan sus frigoríficos con productos recogidos por estos abandonados, gente que se ha dejado la espalda, la piel y la vida creando vida con sus manos para dar de comer a todas las personas, pero claro, hay una distancia muy larga desde el bonito despacho de un político o alto funcionario, a una pequeña extensión de terreno que a día de hoy apenas da para subsistir, sin pensar que el campo es la Madre de todos, y quienes hemos viviendo en él y de é1, somos esclavos de toda la humanidad, y ésta nos ha abandonado, menospreciado y hundido.
Esta es mi humilde opinión, ya que digo todo esto porque he sido una fanática del campo, de los animales y las plantas. He sido ganadera también más de cuarenta años y si he seguido adelante a pesar de todas las adversidades, ha sido porque he amado mi trabajo por encima de todo a pesar de haber estado desprotegida de esos a los que he mantenido, pero como me he considerado una mujer luchadora de hechos, no de palabras como parece ser moda ahora entre cierto sector femenino, teniendo que soportar desprecios de gente que por vivir de la tierra y la ganadería ya se veían en el derecho de mirarte por encima del hombro.
Como villenera que soy, tengo que decir que cuando yo tenía nueve años, recuerdo que nuestro río Vinalopó pasaba limpio y cuidado. En los años 50 veía como por el mes de octubre se limpiaba el río, se segaba el carrizo y se lo daban a los ganaderos, cortándolo con una máquina de mano.
Cuando se limpiaban los corrales se aprovechaba todo, haciéndose estiércol para abonar las tierras, lo que daba unos productos excelentes, además de que no teníamos ni que echar fertilizantes, en aquella época podemos decir que comíamos productos verdaderamente ecológicos y naturales.
Llevo más de 50 años luchando por que el Vinalopó se limpie todos los años y hay muchas personas que me conocen y pueden confirmar esto. Cuando el río estaba cuidado llevaba hasta unos pescados hermosos y con un agua transparente. Hoy, con la prosperidad y la inteligencia que nos caracteriza, hemos cambiado esto por millones de mosquitos y por cieno que apesta, lo que me llevó en su momento a recoger cientos de firmas que desgraciadamente también cayeron en saco roto.
Para finalizar y espero que estas palabras calen hondo en la gente de esta gran ciudad, quiero decir que Villena, segunda ciudad más grande de la provincia por extensión, con más de 350 km2, ha sido a su vez rica en agua, un tesoro natural del cual no hemos sabido sacarle el rendimiento, mientras foráneos se han enriquecido a costa de nuestro bien. Digo esto porque esta ciudad que ha perdido hasta su industria zapatera, debería mirar al campo porque salvando el campo, se salva Villena, pero para eso hay que ser muy valiente y tener mucho amor a esta ciudad. Yo sigo teniendo esperanza en nuestras gentes, solo queda el apoyo institucional y una gestión sana para que la agricultura le devuelva la vida y la alegría a nuestra querida Villena.
Muchas gracias por haberme prestado atención y estoy a disposición de cualquier iniciativa que sirva para lo que aquí he mencionado que es mi opinión personal, tan respetable como la de cualquier otra persona.
Por: Isabel Ferrándiz Conejero