Editorial

El Centro de Recepción de Visitantes, en el ojo del huracán

El debate está en la calle. Aunque, según las afirmaciones del edil de Turismo, Jesús Martínez, el proyecto de construcción del Centro de Rehabilitación de Visitantes del castillo cumple con todos los requisitos legales y respeta escrupulosamente las directrices del Plan Especial del Casco Histórico, además de haber contado con el apoyo de los grupos de la oposición en las distintas fases de su tramitación administrativa, lo cierto es que un porcentaje nada desdeñable de la ciudadanía prefiere que se dé marcha atrás al proyecto y se recorte la altura del edificio, a fin de no entorpecer en lo más mínimo las vistas del Castillo de la Atalaya desde el mirador del Vial de la Losilla.
De hecho, y a la hora de cerrar esta edición, la encuesta que tenemos en marcha en nuestra página web indica que un 84% de las personas que han respondido –un total de 131– desean que se modifique el proyecto, mientras que sólo un 15% apuestan por dar continuidad a unas obras que, muy a su pesar, se han convertido en epicentro de una nueva polémica que no tiene visos de pasar pronto. Asimismo, son centenares los comentarios realizados por ciudadanos en las diferentes páginas web de nuestra ciudad, en especial en el blog Villena Cuéntame, que ha capitalizado estas protestas llegando a convocar hace unos días una concentración ciudadana de protesta a la que asistieron decenas de personas y algunos representantes políticos de los partidos de la oposición.

Por si esto fuera poco, la aparición en las obras del Centro de Recepción de un cartel que sugiere la existencia de un “servicio de protección” de las obras poco ortodoxo, ha dado pie a la reacción de los vecinos más directamente afectados, los del barrio del Rabal, que observan atónitos cómo unas obras promovidas por una institución pública como el ayuntamiento acaban siendo lucrativas para quienes más daño están haciendo al barrio, aquellos vecinos dedicados a actividades ilícitas e ilegales, como el robo o el tráfico de estupefacientes.

Así las cosas, y aunque el ayuntamiento ha mostrado –a través de Jesús Martínez– su predisposición a escuchar y tener en cuenta las reclamaciones vecinales, mucho nos tememos que este proyecto no tiene vuelta de hoja y tendremos que esperar a la finalización del mismo para ver su impacto real sobre el paisaje de nuestro centro histórico. Si el resultado es positivo, no habrá nada que decir. Si por el contrario es negativo, habremos llegado, una vez más, tarde. Y no será porque en esta ocasión no se había advertido.

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