Que un amigo o incluso un simple conocido publique un libro y te lo haga llegar para preguntarte más tarde tu opinión sobre el mismo es, primero, un compromiso del que es difícil librarse; y después, una situación incómoda si el texto no está a la altura de lo deseable y se espera de ti que seas sincero o al menos que mientas con firmeza y convicción. Por eso suspiro aliviado cuando, envuelto en tal tesitura, el libro en cuestión me parece bueno o al menos interesante; no digamos ya si se me antoja extraordinario.
Esto último pasa muy pocas veces, y me ha ocurrido recientemente con Las cortinas son invencibles, el estudio que el periodista alicantino Raúl Cornejo ha dedicado al cine español independiente de la última década. Cualquiera que esté un poco al tanto de los vaivenes de la producción cinematográfica de nuestro país a lo largo de los últimos años sabrá que más allá de Almodóvar, Amenábar, Bayona y los Torrentes de Santiago Segura hay otro cine que apenas llega a la cartelera o que incluso acaba viéndose a través de cauces de exhibición más bien alternativos. Un cine indudablemente de autor, muchas veces susceptible de ser considerado documental, semidocumental o incluso experimental; y en el que destacan tanto realizadores que incluso alcanzan una cierta popularidad (por así decir) y una distribución normalizada en cines (sería el caso de Borja Cobeaga, Fernando Franco, Carlos Vermut o los más veteranos Basilio Martín Patino y José Luis Guerín), como otros directores que todavía se mueven en un territorio de cierta marginalidad... ya sea esta impuesta por las circunstancias o autoasumida con orgullo y hasta por voluntad propia (pudiendo destacarse nombres como Pablo Hernando -quien firma el prólogo del volumen-, Andrés Duque, Carlo Padial, el incombustible Norberto Ramos del Val o los colectivos Canódromo Abandonado y Burnin' Percebes).
De esta forma, el libro de Cornejo se erige en un ensayo de solvencia indiscutible y consulta obligatoria para todo aquel interesado en la producción más marginal de nuestra cinematografía, gracias a que el grueso del volumen supone una aproximación a setenta títulos señeros realizados entre 2010 y 2019 sobre los que se aportan otros tantos textos de opinión y otras tantas entrevistas con sus artífices y/o críticos y estudiosos del medio. Pero lo mejor y más sorprendente del asunto es que la propuesta va todavía más allá -las contundentes 752 páginas del volumen dan para mucho-, y en una primera parte que podría haberse quedado en introducción coyuntural que se limitase a cumplir con el expediente, el autor ejecuta un repaso global a la producción cinematográfica de nuestro país y nuestro tiempo que no se deja absolutamente nada en el tintero: ni el panorama político actual, ni las crisis económicas, ni por supuesto la actual pandemia; ni tampoco se olvida, entrando ya en terrenos puramente fílmicos y por citar solo algunos de los muchos temas tratados, del cine más low cost, la financiación mediante crowdfunding, la piratería, las cada vez más en boga plataformas digitales -con Filmin a la cabeza, dado su vínculo con la temática-, los festivales especializados, los premios Goya, la exhibición gratuita vía Internet, TVE, el papel precursor de figuras como Jaime Rosales o Paco León y la posibilidad (o no) de vivir del cine. En resumidas cuentas: una mirada tan plural como lúcida como la que propone Las cortinas son invencibles hace de este libro una obra de lectura a todas luces imprescindible para cualquiera que esté interesado de forma mínimamente seria por el cine español... y me atrevería a decir que por el cine en general, sea cual sea la bandera que enarbole su ficha técnica. Vaya, que es sin duda alguna uno de los libros sobre cine del año.
Si tienen la oportunidad de pasarse por Alicante el próximo sábado 8 de mayo a mediodía, escriban antes a la librería alicantina Pynchon&Co. para reservar un asiento en la presentación del libro de Raúl Cornejo (publicado, por cierto, por una magnífica editorial de la terreta: Dilatando Mentes). Les recomiendo que no falten a la cita, y no solo por la oportunidad de escuchar al autor y participar en el interesante debate que seguro se producirá, sino porque también tendrán la oportunidad de conocer a Pepe Aracil Sáez, librero y divulgador cultural que ejercerá de maestro de ceremonias y que a la sazón acaba de debutar como escritor cinematográfico. Su primer libro -y ya les adelanto que es de esos pocos que no me han puesto en un brete, más bien todo lo contrario, tras regalarme un ejemplar y preguntarme que qué me parece- se titula Abracadabra, y está incluido en “Filmografías esenciales” de Editorial UOC (esto es, la Universitat Oberta de Catalunya); una colección que analiza temas diversos a través de medio centenar de películas concretas, y donde ya han publicado antes otros autores alicantinos como Ángeles Gómez (sobre cine y exploración espacial) o el mismo Cornejo (sobre cine y creación literaria). En esta ocasión, y tras una cubierta en la que nos reciben Hugh Jackman y Scarlett Johansson en esa maravilla titulada El truco final, Pepe Aracil se ocupa de realizar una panorámica por los títulos más relevantes y curiosos que han reflejado la magia y el ilusionismo a lo largo de la historia del cine... Un artefacto este, el cine, del que no hay que olvidar que ha estado unido desde sus albores al mundo del espectáculo y la farándula, a la feria y la exhibición técnica.
Así, este autor -también alicantino- nos acompaña por un viaje que arranca y culmina con dos películas no muy conocidas (y de eso se trata, precisamente: de descubrir joyas ocultas): la silente Sombras, una producción alemana de 1923; y Abrakadabra, cinta argentina de 2018 que no hay que confundir con la Abracadabra de Pablo Berger. Entre una y otra, clásicos de Hollywood como El gran Houdini (biopic con Tony Curtis como el famoso escapista) y filmes contemporáneos como La maldición del escorpión de jade o Magia a la luz de la luna, ambos con la firma de Woody Allen; cintas tan populares como la citada El truco final, El ilusionista o la divertidísima Ahora me ves... y títulos de auténtico culto como El callejón de las almas perdidas (Guillermo del Toro está filmando ahora mismo una nueva adaptación de la misma novela), Magic o la Santa Sangre de Alejandro Jodorowsky; y películas con la firma de cineastas de importancia universal tan indiscutible a lo largo de la historia como Orson Welles (Fraude) -quien ejerció de mago en alguna que otra ocasión-, Ingmar Bergman (El rostro) o Martin Scorsese (La invención de Hugo), además de trabajos de realizadores patrios como Antonio Isasi-Isasmendi, Jaime de Armiñán o Rodrigo Cortés. En resumidas cuentas: una gozosa delicia que hay que leer acompañándola del visionado de las películas comentadas... Algo que nunca ha sido tan fácil como hasta ahora, como bien explica Cornejo en el ensayo antes comentado.
Otro escritor que se ha acercado al cine desde nuestra zona es el ilicitano Torïo García, si bien se aleja del análisis concienzudo de Cornejo o de la divulgación expositiva de Aracil para optar -sin renunciar al aporte de datos comprobables- por el sentido del humor y el distanciamiento más o menos irónico. Y en su caso no lo hace solo, porque Las 100 primeras películas de Nicolas Cage nace en realidad como un proyecto personal del autor de cómics e ilustrador Paco Alcázar, quien empujado por el ansia de hacer algo distinto a sus trabajos inmediatamente previos e inspirado por la creciente popularidad de este actor a base de memes y gifs en la red, se propuso la titánica labor de dibujarle en todas y cada una de sus películas.
Para culminar con éxito su empresa, recurrió al citado Torïo García, admirador confeso del actor oscarizado por Leaving Las Vegas y responsable de NicCagepedia, una página de Facebook y un blog dedicados por completo a su ídolo. Juntos realizan un retrato desternillante y repleto de sorpresas, que repasa la filmografía de Cage desde sus comienzos con el nombre real de Nicolas Coppola y a la sombra de su consagrado tío Francis Ford, hasta su más reciente film estrenado el año pasado... que mientras el libro se imprimía y distribuía ya no es el último, ni el penúltimo, ni tampoco el antepenúltimo de su excéntrico protagonista. De este modo, el lector puede disfrutar con las anécdotas y vicisitudes vividas durante el rodaje de sus películas al mismo tiempo que reconoce al actor -a pesar del vestuario estrambótico y los peinados delirantes, o quizá precisamente gracias a ellos- en filmes tan recordados (gracias o a pesar de él) como Arizona Baby, Hechizo de luna, Corazón salvaje, La Roca, Con Air o las más recientes y deslumbrantes (en todos los sentidos posibles) Mandy y Color Out of Space. Y les aseguro que aunque ustedes sean de los que ya sabían quién era su ilustre tío, que su apellido artístico proviene del Luke Cage de los cómics de Marvel o que sus dos primeras esposas (de un total de cinco hasta la fecha) fueron su compañera Patricia Arquette y la hija de Elvis Presley, descubrirán muchas cosas de este intérprete que desconocían completamente. Porque Nicolas Cage es un género en sí mismo, y se trata de un género inabarcable.
Con gran sorna, los créditos del libro manifiestan que su compra compromete a adquirir dentro de seis meses un nuevo volumen que versaría sobre las cien siguientes películas de Nicolas Cage (sic). Por mi parte, les diré que si se publicase algo similar de nuevo con la firma de Alcázar y García yo sería el primero en hacerme con él. Lo mismo digo respecto de lo próximo que escriba Pepe Aracil (¿quizá un nuevo volumen de las mismas características que Abracadabra, pero sobre otro tema bien distinto?) y de un nuevo ensayo de Raúl Cornejo sobre cualquier otro aspecto del séptimo arte. Con estos tres libros que les recomiendo hoy sus autores se lo han ganado a pulso.
Las cortinas son invencibles. Cine español desde las trincheras (2010-2020), Abracadabra. Magia e ilusionismo en 50 películas y Las 100 primeras películas de Nicolas Cage están editados por Dilatando Mentes, UOC y ¡Caramba! (Astiberri) respectivamente.