Abandonad toda esperanza

Propósitos pendientes

Abandonad toda esperanza, salmo 670º

Tal vez muchos de ustedes hayan empezado el 2020 confeccionando una lista de propósitos para el Año Nuevo. Por lo que a mí respecta, lo empiezo como vengo haciéndolo cada año desde hace ya bastante tiempo: viendo y leyendo clásicos, y a poder ser de forma que vaya saldando de paso cuentas pendientes. Pero en esta ocasión dicho modo de proceder se ha visto (felizmente) condicionado por dos proyectos vitales de índole cultural que me he propuesto cumplir a rajatabla.

Orson Welles dirigió y protagonizó “Ciudadano Kane” con tan solo veinticinco años

De la primera de estas dos tentativas ya les hablé cuando me puse con ella en febrero del año pasado: el objetivo -plenamente alcanzado, al menos de momento- es revisar en el mismo orden en que fueron emitidos por La 2 de TVE hace ya casi un cuarto de siglo todos los programas de ¡Qué grande es el cine! que dirigió José Luis Garci. Esto me ha llevado a arrancar el año con el visionado de la que ha venido considerándose durante un largo período de tiempo como la mejor película de la historia del cine: Ciudadano Kane. Dejando al margen mitificaciones que suelen jugar más en contra que a favor de las obras mitificadas, esta primera película de un prodigioso Orson Welles -que solo contaba con veinticinco años de edad cuando la dirigió y protagonizó- resulta verdaderamente inagotable. Tanto es así que mi experiencia personal es la de que, después de haberla visto dos o tres veces con anterioridad y siempre con una sensación de pequeña decepción, en esta ocasión me he reconciliado con ella al entenderla como una fascinante suma y puesta al día de todo lo que había sido el devenir del lenguaje cinematográfico desde sus inicios hasta 1941, el año de su estreno. Además, la revisión viene que ni pintada en un momento en que se anuncia que el próximo film de mi admirado David Fincher será un biopic de Herman J. Mankiewicz, el guionista que en estrecha colaboración con Welles convirtió la figura real del magnate de la prensa William Randolph Hearst en su sosias Charles Foster Kane. Lo dicho: si son de los que no la han disfrutado todavía, traten de olvidarse de la molesta etiqueta de “la mejor película de la historia” que se le suele endosar e intenten verla del modo más virginal posible; probablemente descubran la que a partir de ese momento será una de las películas de su vida.

Una muestra del espectacular trabajo de Miguel Brieva ilustrando a Homero

El segundo proyecto vital, que he iniciado recientemente y que resulta todavía más ambicioso, es el de ir leyendo (en la mayoría de los casos por vez primera de modo íntegro) algunos títulos fundamentales de la historia de la literatura universal, desde los orígenes de la palabra escrita hasta el siglo XX. Y si empecé hace un par de meses, en estricto orden cronológico, con el poema épico de autoría anónima Gilgamesh -el primer texto literario del que tenemos noticia en Occidente-, ahora me propongo acometer la lectura de la Odisea, una obra seminal de la que hasta la fecha solo había leído algunas partes escogidas. Precisamente de la más reciente edición de esta obra fundacional quería hablarles hoy: se trata de una nueva versión a cargo de la experta en la Grecia clásica Carmen Estrada que presenta diversas novedades respecto de ediciones anteriores, como el estar escrita en prosa o el apostar por reducir o incluso suprimir algunos pasajes excesivamente explicativos y que denotan el origen oral y recitativo del texto. Estas supresiones me han llevado a considerar, maniático que es uno, la elección de una traducción anterior -como la de Fernando Gutiérrez, por ejemplo-; si bien tampoco me parece una locura el tomarse ciertas libertades con una obra de la que muy difícilmente podemos saber cuánto pertenece a ese autor (o autora, o autores) al que llamamos Homero y cuánto a todos los que pudieron copiarlo y reescribirlo después. Además, el volumen cuenta con un aliciente muy especial: las ilustraciones, espectaculares todas ellas, de Miguel Brieva. Que se haya elegido a un autor tan poderosamente contemporáneo -obras como Enciclopedia Universal Clismón, Dinero, El otro mundo o Memorias de la tierra lo han convertido en el azote y denuncia del capitalismo y demás vicios de la sociedad occidental actual- para ilustrar un clásico de los clásicos como este con un resultado tan satisfactorio y sin estridencias no solo denota el altísimo nivel artístico alcanzado por el ilustrador sevillano, sino que subraya en la obra original aquello que precisamente convierte a un texto literario en un incunable: su eterna vigencia.

Una página de la edición original de “Swordquest”

Por supuesto, tampoco podía faltar un cómic, y en esta ocasión he optado por un título que aunque podría discutirse que sea eso que podríamos llamar un “clásico”, sí corre a cargo de autores que merecen tal distinción. Me refiero a Swordquest, un título que se publicó por entregas en el ya lejano 1982 acompañando al juego homónimo editado por Atari. Si alguien tan alejado del universo de los videojuegos como servidor puede mostrar tanto interés por esta obra en cuestión se debe a que contó con los guiones de Roy Thomas y Gerry Conway, los lápices de George Pérez y el entintado de Dick Giordano. A cualquier lector de tebeos de superhéroes de Marvel y DC que ya peine canas y/o que tenga una mínima cultura general sobre el tema, estos cuatro nombres le retrotraerán a una época gloriosa de aventuras sin fin: Thomas fue el primer editor en suceder al recientemente fallecido Stan Lee como redactor jefe de Marvel Comics, y en su faceta de guionista pasará a la historia -además de por sus largas y aplaudidas etapas al frente de las peripecias de grupos como Vengadores o X-Men- por haber sido el encargado de trasladar de la literatura pulp a las viñetas al personaje de Conan creado por Robert E. Howard. Por su parte, Conway también trabajó para Marvel y DC, escribiendo largas etapas de sus iconos más emblemáticos (Spiderman y Superman, respectivamente) y creando a personajes hoy tan populares como Punisher (para los de mi generación, el Castigador). En cuanto al tándem artístico, George Pérez es uno de los dibujantes por antonomasia del género superheroico -si no el que más- gracias sobre todo a títulos de DC como Los Nuevos Titanes, Wonder Woman o el crossover que inventó los crossovers: Crisis en Tierras Infinitas; entintando los lápices de aquel tenemos al malogrado Dick Giordano, que además de haber dibujado a infinidad de personajes del Universo DC y acompañado al propio Pérez en las citadas Crisis, fue también director ejecutivo de la compañía. Todos ellos se reunieron en un equipo creativo de ensueño para dar forma a este artefacto multimedia, el primero en aunar cómic y videojuegos, y que tan solo por eso se convirtió enseguida en una codiciada pieza de coleccionista. Ahora, Swordquest se ha recuperado por fin para el mercado español dando como resultado nada más y nada menos que un estupendo tebeo de aventuras y fantasía de la mano de cuatro genios indiscutibles del cómic... Lo que, ahora que lo pienso mejor, igual sí lo convierte en un clásico después de todo.

Ciudadano Kane está editado en formato digital por Vértice; La Odisea ilustrada y Atari Classics: Swordquest están editados por Malpaso y Planeta Cómic respectivamente.




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