Abandonad toda esperanza

El futuro, a la vuelta de la esquina

Abandonad toda esperanza, salmo 414º
El principal problema de las películas ambientadas en un tiempo futuro consiste en que cuando se alcanza ese futuro, se quedan anticuadas de inmediato. Hace nada que dejamos atrás el 2013 del Rescate en Los Ángeles del maestro John Carpenter, y no digamos ya el 1997 de su anterior Rescate en Nueva York. Hasta Stanley Kubrick, que lo controlaba todo al milímetro en pos de la película perfecta, no pudo evitar que el curso del tiempo se saltase a la torera su odisea del espacio del 2001. Y a esa cúspide de la modernidad que fue Blade Runner, cuya historia transcurre en 2019, le quedan dos telediarios.

Esto es lo que le va a ocurrir dentro de unos meses, cuando llegue Año Nuevo, a Snowpiercer (Rompenieves), una distopía futurista rodada el año pasado y cuya acción arranca en este mismo 2014, cuando un experimento cuya finalidad es evitar el calentamiento global sale mal y sume a nuestro planeta en una nueva glaciación que acaba con la mayor parte de la población mundial. Tras este prólogo, la historia da un salto al futuro, pero no se vayan a creer: nos vamos al 2031, que también está a la vuelta de la esquina... No obstante, este no es el mayor problema del nuevo film de Bong Joon-ho, y créanme que me duele reconocerlo tratándose del autor de dos joyas como Memories of Murder y The Host. Tampoco lo es la falta de credibilidad de la premisa, con los únicos supervivientes de la raza humana a bordo de un tren que recorre todo el planeta sin detenerse jamás, y donde los viajeros de los últimos vagones malviven como esclavos sirviendo a los que viajan en los primeros coches; vamos, las clases preferente y turista de toda la vida.

En realidad, los defectos mayores de esta primera incursión del realizador coreano en el cine de habla inglesa son otros: para empezar, la metáfora central del relato (el tren como representación de la sociedad actual, con sus inevitables desigualdades) es tan obvia y facilona que da un poco de vergüenza ajena; los personajes carecen de profundidad alguna (a pesar de estar en manos de actores tan solventes como John Hurt o Ed Harris); el estilo visual del film debe más de lo debido a demasiados referentes (con Terry Gilliam a la cabeza, y téngase en cuenta que cualquier secuencia de su distopía Brazil vale por todo el film de Joon-ho); y hasta algunos puntos fuertes característicos del director, como su habilidad en la puesta en escena y el montaje o los toques de un humor sutilmente negro brillan por su ausencia. De ahí que, francamente, no acabe de entender muy bien el consenso crítico que está poniendo a la película por las nubes. Pero si es verdad que el tiempo coloca las cosas en su sitio, cuando llegue ese 2031 a su autor se le recordará por las otras películas citadas y no por esta.

Es fácil sentir más simpatía por otro estreno reciente de temática futurista como The Machine, aunque esto se deba más a que se trata de un film de presupuesto más bajo y de mucha menor repercusión mediática que por los valores intrínsecos de la propuesta, nada original por otra parte: en un futuro más o menos inmediato -o sea, que estamos ante otro film al que le queda nada para ser viejuno-, Reino Unido y China están enfrentados en una suerte de Guerra Fría que empuja al Departamento de Defensa británico a desarrollar un proyecto cuyo fin es crear el soldado cibernético definitivo. Como pueden ver, no hay nada nuevo bajo el sol en esta cinta dirigida por el desconocido Caradog James y que presenta ecos de filmes como Frankenstein, Terminator o la citada Blade Runner: ni siquiera el hecho de que la inteligencia artificial protagonista, a la que encarna Caity Lotz (que gracias a la serie Arrow se ha convertido en un rostro popular), sea femenina debería sorprender a nadie que se acuerde de Maria, la protagonista artificial de Metrópolis, el clásico silente estrenado en 1927... y cuya historia transcurre en 2026. Vaya, me temo que hasta a un genio como Fritz Lang el paso del tiempo va a acabar pasándole factura en unos años.

Snowpiercer (Rompenieves) y The Machine se proyectan en cines de toda España.

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