Cartas al Director

El imaginario colectivo

La primera vez que escuché juntas las palabras “imaginario-colectivo” no hizo falta que preguntara a qué se refería a quien las mencionó, pues entendí el sentido de las mismas casi sin darme cuenta, seguramente porque en estos últimos tiempos se han ido salpicando acontecimientos que he necesitado englobar en ellas.
A quien inventara el concepto de “imaginario”, seguramente le tocó pensar un rato y no podía ni imaginar, valga la redundancia, el favor que nos hizo a quienes a pié llano, sin necesidad de ser grandes entendidos, nos dio la oportunidad de poder usarlo para definir cuestiones que antes era muy farragoso detallar. Aquello que mucha gente cree a pesar de no entender muy bien a qué se debe, pues es asumido aunque pudieras tener pruebas fehacientes de que no es cierto, que supera el calificativo de prejuicio porque es alimentado por aquellos a quienes les interesa, algo más de lo que pueda ser la opinión pública ya que la opinión es mucho más fácil que se acople a las circunstancias, habría entrado en eso del imaginario colectivo.

Y puedo asegurar que si lo que entra es negativo será muy difícil de corregir su rumbo si ha sido “abducido”, ahora que estamos en el 25 aniversario de E.T., por la gran nebulosa del imaginario colectivo y ahí estará, sin moverse, enchufado a todas las cabezas de quienes alcance y que a modo de ventosa de pulpo se agarra, se agarra y aunque te desprendas de ella te queda, sí, eso, la marca. Haciendo un ejercicio que le recomiendo que hagan antes de que el aburrimiento les envuelva, podemos buscar dos sencillos ejemplos que aclaren a qué me refiero a quien a estas alturas de este texto ande un tanto despistado (a los que siempre aburro no habrán llegado hasta aquí, por supuesto).

“España se rompe” ¿España se rompe?, ¿se puede romper? Aunque sepamos que nuestro país no puede romperse, cuando oímos pronunciar palabras como “nacionalismo”, “estatut” (no estatuto), incluso a alguno que otro también le pasa cuando escucha “cava catalán”, esta frase, me refiero a la de que “España se rompe”, te llega a la cabeza; y te llega aunque como a mí pueda repeler, por lo menos te fastidia ese momento porque tu mente tiene que hacer una parada técnica para no confundirse (porque es evidente que un país no se puede romper, en sentido estricto, y menos si como España tiene una Constitución que no plantea ninguna duda en el hecho en sí de que es compatible ser un solo Estado y estar organizado en Comunidades Autónomas).

“Nos quitan el agua”. “El agua que viene es veneno”… No hace falta mucha explicación para saber que los rentistas que introdujeron en el imaginario estas ideas (con alta rentabilidad política en el Vinalopó) no van a dejar de dar la lata con esto, aunque es evidente que el Gobierno de España lo que quiere no es que nos quiten el agua (porque algunos de los que tanto hablan han obtenido altos beneficios económicos de su venta, legítimamente, pero es así, que no pasa nada por reconocerlo). El Gobierno de España, le pese a quien le pese, lo que quiere es que seamos capaces en nuestra provincia de no depender de los acuíferos esquilmados del Vinalopó, y que a través de mejorar los regadíos y con las desalinizadoras tengamos agua suficiente que nos asegure con el trasvase del Júcar que podamos ser autónomos totalmente. ¿Eso es negativo? ¿Cómo iba a permitir el Ministerio de Medio Ambiente que nos envenenáramos todos con el agua del trasvase? ¿No suena a una barbaridad? Pues todavía no sólo se lo creen algunos, sino que además lo siguen explicando.

No quisiera alargarme más, baste decir que cuando estos algunos se han gastado tanto dinero y todo tipo de recursos en reiterar insensateces, en definitiva, barbaridades, que a muchas personas de buena fe han convencido con la sincera creencia de “¿cómo van a decir algo tantas veces si no es cierto?”, aunque se les abran los ojos, les muestres todo tipo de argumentos que rebatan las mentiras que a unos les salen rentables, pero que a una mayoría cada vez más evidente nos cuestionan la esencia misma del legítimo debate político, a veces, digo, es casi imposible que la marca del pulpo no te alcance.

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