El Momento Diez
Las mejores plumas, las más ilustres cabezas pensantes del país, los más incisivos periodistas ya han realizado su análisis particular acerca del convulso anuncio de Rajoy de dejar fuera de las listas del Congreso de los Diputados a Gallardón, el alcalde, gran alcalde añado de Madrid. Sin embargo, este observador no quiere quedarse fuera de esos análisis y, aunque de forma mucho más humilde y próxima, quisiera dejar constancia del mío. Visto el éxito de mi columna de la semana pasada en la versión digital de EPdV, en la cual sólo dediqué al caso Gallardón 50 de las 600 palabras que cada semana me deja escribir el Director, vamos a ver si somos capaces de mantener inflada esta burbuja informativa.
En los muchos foros escritos en dicha versión digital, pude darme cuenta de que hay personas para todos los gustos. Sin embargo, quisiera centrarme en aquellas que, sea por pertenencia a un partido o a otro, han hecho suyo el discurso de los partidos a los que pertenecen o, mejor dicho, para esos que permiten que el partido piense por ellos.
Porque, mire Ud., que se puede estar en sintonía con su partido, es lógico, pero de ahí a no querer reconocer las verdades evidentes, va un trecho importante y una actitud preocupante. No creo que se pueda tener una ideología política adscrita, únicamente, a lo que el partido diga que se debe pensar y decir. Esto, ya lo he comentado muchas veces, me da la impresión de que se parece mucho al fanatismo futbolístico: yo soy del Real Madrid juegue bien o juegue mal. Hay casos mucho más extremos, como el de la fotografía que acompaña a esta columna en el digital. Y es que hay lugares en los que no se ve más allá de unos colores y eso, pienso yo, es malo.
Decir que dejar fuera de la carrera política a Gallardón es un error, no significa que yo sea del PSOE ni que esté en contra de Rajoy, significa, simple y llanamente, que esa es mi opinión y que así la expreso. Porque no me dirán que no es verdad que, al final, los partidos promocionan a aquellos de sus seguidores en función del éxito que representan, de la cantidad de votos que pueden aportar al proyecto común y siendo, tal vez, más iluso, a aquellos que aportan su propio proyecto. Si Gallardón ha tenido éxito en Madrid, como Rita en Valencia, ¿quién puede decir que no tendría éxito como Presidente del Gobierno en caso de que mañana tuviese esa oportunidad? Mientras llega o no, ¿no podría ser un buen gestor como Ministro?
Está claro que hay muchas otras variables a considerar como, por ejemplo, que la ascensión del personal depende mucho de a quien va a hacer sombra. También es verdad que alguno de Uds. estará pensando que los partidos no piensan en lo bien o mal que lo haya hecho un cargo electo de ese partido sino de lo bien que adapte su pensamiento al interés propio del partido. En este sentido, probablemente, Gallardón ha demostrado tener criterio propio y otro savoir faire que, está claro, no ha gustado a todo el mundo en su partido. No se pongan tan contentos los del partido de enfrente porque en su casa también saben algo de esto. Sin ir más lejos, nuestra anterior alcaldesa ha visto premiado su trabajo en el partido y aparecerá en la candidatura del PSOE por Alicante. Teniendo en cuenta sus 4 años al frente de la Alcaldía de Villena y visto el varapalo electoral de mayo, ¿qué se premia en este caso? Está claro y no es algo que esté ni bien ni mal, desde mi punto de vista.
Por todo esto, viendo que la gente está hartita de izquierdas y derechas, creo que ha llegado el momento de ir buscando resultados para el conjunto de los ciudadanos de España. Creo sinceramente que, volviendo al título de esta columna, es el momento Diez, de Rosa Díez.