Editorial

El paro, imparable, no da tregua

Las cifras, tozudas, desmienten cualquier previsión optimista. Cada mes que pasa, las filas del desempleo se engrosan con no pocos de nuestros vecinos, habiendo alcanzado en noviembre a 3.857 villeneros, cifra “récord” que anula cualquier atisbo de recuperación y que nos da un perfil bien aproximado de la cruda realidad que vive nuestra ciudad, en la que cada día que pasa cierran nuevas empresas sin que se vislumbre actividad alguna que pueda suponer una alternativa al empleo eliminado en la construcción y la industria tradicional, fundamentalmente el calzado.
A la ya crónica crisis de la industria tradicional –algunas de cuyas empresas, punteras hace años, se debaten entre la vida y la muerte a diario y tienen a sus trabajadores sin cobrar durante meses, por no hablar del daño infligido a sus empresas proveedoras, algunas de las cuales ya se han visto obligadas a cerrar–, hay que sumar el batacazo de la construcción –que en nuestra ciudad ha provocado sonoros concursos de acreedores, originando una reacción en cadena que se ha llevado por delante a pequeños constructores, profesionales de todos los ramos –pintura, fontanería, escayolistas, carpintería…– y comercios dependientes del mercado de la vivienda: electrodomésticos, mueble, decoración, etc., por no hablar de las ventas de coches y vehículos industriales… En definitiva, dos sectores económicos importantísimos para los que no existe reemplazo, al menos a corto plazo.

Ante la magnitud de la recesión en los sectores industrial y comercial, la agricultura –fundamental en Villena– es el único sector que está aguantando con firmeza los embates de la crisis, pero por sí sola resulta incapaz de asumir la mano de obra desempleada procedente de la industria, que si bien ha podido mitigar en parte su desplome gracias a las contrataciones del Plan E y la campaña de verano, que siempre supone un impulso para la contratación, al menos en el sector servicios, ve ahora cómo el desempleo se vuelve a disparar toda vez que el verano tocó a su fin y se van acabando las diferentes obras puestas en marcha durante los últimos meses.

Así las cosas, y ante las perspectivas tan poco halagüeñas para la contratación que vaticinan analistas y medios de comunicación, al menos para los próximos meses, sólo cabe apretar los dientes y seguir aguantando, con la esperanza de que pase pronto la tormenta y, si bien resultará casi imposible retomar los niveles de empleo anteriores a 2007, poco a poco vuelva a ponerse en marcha una maquinaria económica de la que depende el bienestar de todas y cada una de las familias de nuestro pueblo.

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