Cultura

El pulso de la Muestra

La XIII Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos, celebrada en Alicante concluyó el pasado domingo con la escenificación de “Los caballos cojos no trotan” de Luis del Val. Nosotros, los del EPDV no estuvimos allí. Por razones obvias, tristemente laborales, sólo fueron tres los espectáculos que tuvimos ocasión de presenciar a lo largo de la muestra. De los espectáculos restantes hubo algunos que ya habían estado en Villena como “Últimas palabras de copito de nieve” o “El Chou” de Xavi Castillo, también muchas de las compañías. En definitiva, apenas vimos un miserable porcentaje de espectáculos sobre las casi treinta actuaciones que se presentaron durante poco más de una semana. Es por esto que se nos hace algo difícil hablarles de la muestra en general, aunque puestos a hablar lo haremos en particular.
Los espectáculos que elegimos entre los programados fueron: “A lo mejor me lo merezco” de M. Bayona, A. de Paco y A. Jornet, dirigido por Jornet con la ESAD de Valencia, “Ácaros” de Xavier Puchades dirigido por Ximo Flores para el Teatro de los Manantiales y “Y como no se pudrió… Blancanieves” escrito y dirigido por Angélica Liddell para su compañía Atra Bilis. El criterio de selección de los montajes aseguraba no sólo unos buenos textos sino también unas innovadoras puestas en escena. Las propuestas estaban abocadas al uso del surrealismo con el que conseguían atraer imágenes sugestivas a la escena, todas comparten la necesidad de realidad, de denuncia, de preguntas que quedan sin contestar acerca del misterioso ser humano. El surrealismo consigue atrapar ideas, sueños, metáforas. El surrealismo se lanza en una nube vaporosa que permite a los espectadores inundarse y compartir la sensación del discurso, sea desde la puesta en escena como si lo es en el cuerpo o las palabras de un personaje. Estos autores se apropian de estas características del surrealismo para que el espectador descubra nuevas formas, nuevas dimensiones de percepción, acentuando así el nivel de comunicación. El espectador no se limita únicamente a dejarse llevar por la trama, a sentirse en la piel del personaje, sino que los tres montajes obligaban a situarse también en una postura crítica acerca de los planteamientos y las actitudes de los personajes. Se busca entonces un teatro que logra una comunión entre las diferentes tendencias escénicas: teatro de texto, atmosférico, danza, etc.

Un atisbo de esperanza de cara a este nuevo milenio, donde autores y directores escénicos rompen los tabúes que encorsetan las producciones más puristas y radicales para expresar sus ideas y sentimientos por medio de una bien digerida historia escénica. Así textos, interpretaciones y composición de escena asumen los legados de sus antecesores: H. Müller, Beckett, Brecht, Artaud…

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