Quizá recuerden que el año pasado se celebró el centenario del nacimiento de Pier Paolo Pasolini. Por eso no es de extrañar que, aprovechando la efeméride, no solo se publicase una biografía tan recomendable como Pasolini. El último profeta (Tusquets), sino que Nórdica Editorial alumbrase toda una Biblioteca Pier Paolo Pasolini con el fin de aglutinar en su seno una selección de sus mejores obras o, aún mejor, una edición de la obra completa de este gran intelectual del siglo XX... siempre y cuando el interés de los lectores responda a la iniciativa como esta se merece.
Hasta el momento, en esta “Biblioteca PPP” ya se han publicado, al menos, tres volúmenes; de los cuales hoy nos detendremos en dos, ambos pertenecientes al género de la narrativa. El primero de ellos no podía ser otro que Chavales del arroyo, primera novela de su autor y quizá la mejor puerta de acceso a su obra de ficción. Escrita en 1955, no es sino una crónica de la vida en los suburbios de Roma durante los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. La ciudad se erige en una protagonista más del relato, que logra capturar con gran realismo el devenir cotidiano del sector menos privilegiado de la sociedad italiana del momento. Considerada como una obra clave de la literatura del siglo XX, su propuesta de veracidad entronca con la de ese espléndido cine neorrealista transalpino, firmado por Roberto Rossellini, Vittorio De Sica, Luchino Visconti, un primerizo Bernardo Bertolucci -con quien colaboró estrechamente el autor que nos ocupa- o el mismo Pasolini de forma puntual; un movimiento, el mejor que ha parido la cinematografía italiana en toda su historia, que desde la década anterior y hasta el muy significativo año 1960 -con la coincidencia de los estrenos de La dolce vita de Federico Fellini y La aventura de Michelangelo Antonioni- abrió las puertas del arte cinematográfico a la más rabiosa modernidad.
Cuatro años después vería la luz Una vida violenta, título con el que Pasolini culminaba su etapa literaria, anterior a una plena dedicación al cine que acabaría por darnos varios títulos fundamentales del séptimo arte como Mamma Roma, El evangelio según San Mateo, la alegórica Teorema o la polémica Saló. Este nuevo relato, ambientado en el bajo proletariado romano de los años cincuenta, supone una continuación natural de su debut novelístico en la medida en que se centra en el trágico destino de un joven delincuente; de hecho, la obra está dedicada a Carlo Bo y Giuseppe Ungaretti, “testigos de la defensa en el juicio contra Chavales del arroyo”. También sirvió a quien protagonizase la novela Pasolini o la noche de las luciérnagas, además de para ganarse los elogios de su compatriota y coetáneo Carlo Emilio Gadda, para fijar literariamente las variantes lingüísticas de la sociedad marginal de la Italia de la época... Otro signo más, a la postre de lo más revelador, de la apuesta del autor por un verismo apartado de toda artificiosidad; algo que también plasmó, especialmente en sus primeras experiencias tras la cámara, en la gran pantalla.
Y ya que hablamos de cine, cabe señalar que a modo de complemento ideal de estas lecturas no estaría de más visionar alguno de los largometrajes dedicados a la figura que nos ocupa. El primero de ellos fue Pasolini, un delitto italiano, realizado a mediados de los años noventa del siglo pasado por Marco Tullio Giordana; y el más conocido, dado el renombre del que gozan tanto su director como su intérprete principal, es el interesante Pasolini que firmó el incombustible e insobornable Abel Ferrara con su cómplice habitual Willem Dafoe. Pero ninguna de estas dos cintas, que yo sepa, está disponible en ninguna plataforma de por aquí y hay que tirar de DVD. La que sí pueden encontrar con facilidad -escondida tras el título de La conjura- es la más reciente La macchinazione, dirigida por David Grieco y centrada -como las otras dos- en los últimos (y trágicos) momentos de la vida de su protagonista. En este film, más cercano al thriller que al biopic, el espectador asiste al desarrollo de un complot político urdido desde las altas instancias del poder con el objetivo de que el siempre lúcido director de Accattone -al que da vida un estupendo Massimo Ranieri- no terminase de escribir lo que acabó siendo su libro Petróleo. Un libro de naturaleza fragmentaria y lógicamente inacabado que vio la luz de forma póstuma en 1992 y que, felizmente, Nórdica incluirá en breve -y de nuevo traducido por Miguel Ángel Cuevas- en esta su magnífica Biblioteca Pier Paolo Pasolini. Volveremos, pues, a hablar de esta obra... Y también de esta encomiable iniciativa editorial que -insisto, si las ventas acompañan- vendrá a saldar una deuda pendiente con el gran novelista, poeta, dramaturgo, cineasta y pensador italiano asesinado en la infausta noche del 2 de noviembre de 1975 en un descampado de Ostia. Esperemos pues que no se quede, no nos quedemos, a medias.
Chavales del arroyo y Una vida violenta están editados por Nórdica; La conjura está disponible en Netflix.