Editorial

El síndrome del Carmelo (II)

El 10 de marzo de 2006, El Periódico de Villena publicaba un editorial con idéntico título al hemos decidido utilizar hoy. Entonces, al igual que ahora, asistimos perplejos a una sucesión de hechos que sembraron una lícita y lógica preocupación entre la ciudadanía y nos hicieron preguntarnos en voz alta qué es lo que estaba pasando en el subsuelo de nuestra ciudad. Lamentablemente, 18 meses después, hemos de seguir haciéndonos la misma pregunta.
Salvando las insalvables distancias con los tristes sucesos del barrio barcelonés del Carmelo, y también con los sucesos acaecidos en Villena en 2006 –cuando una treintena de vecinos y vecinas de Villena se vieron obligados a abandonar de manera precipitada sus hogares a causa de dos corrimientos de tierra que presentaban muchas similitudes con los actuales–, lo cierto es que ya son muchas, sino demasiadas, las coincidencias para poder hablar de una casualidad, argumento éste que cada vez está tomando más fuerza, pues no son pocas las personas que sospechan de la existencia de una causa única, alguna invisible anomalía capaz de ir minando el ya de por si endeble subsuelo de la parte baja de Villena, aquella que en su día fue huerta y que ahora actúa de colector involuntario de todo tipo de filtraciones y pérdidas –incomprensibles– de agua.

Por ello, y más allá de la búsqueda de unas responsabilidades que deberán delimitar los técnicos, se impone la inmediata realización de una investigación exhaustiva para conocer qué es lo que realmente está pasando bajo el asfalto de nuestra ciudad, especialmente de algunas zonas concretas, como la atravesada en su periplo por la rambla Conejo o la zona que va desde el Teatro Chapí a la calle Nueva. Si, tal y como sostienen las personas consultadas por El Periódico de Villena a lo largo de estos días, algún tipo de filtración ha ido “comiéndose” el terreno durante las últimas semanas o meses, situación ésta que se ve notablemente agravada en cuanto asistimos a algún episodio de lluvias torrenciales, podemos encontrarnos ante un problema de incalculables consecuencias económicas y sociales.

Sin querer restar mérito a lo sucedido sobre la superficie, donde el comportamiento de las autoridades, los técnicos y algunas empresas privadas ha sido digno de elogio, lo cierto es que lo verdaderamente importante es encontrar una respuesta convincente y definitiva a lo que está sucediendo bajo el asfalto, bajo nuestras casas y negocios, bajo nuestras calles. Encontrar una respuesta y darle una solución definitiva al problema, cueste lo que cueste.

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