Cartas al Director

¿En qué tiempos vivimos?

Nos dijeron que desde 1975 vivimos en democracia, ¿usted cree? Yo creo que no, y creo que con la crisis, sobre todo, los trabajadores estamos viviendo más que nunca una dictadura. En la empresa en la cual he trabajado durante ocho años he presenciado y vivido en primera persona dicha dictadura.
Me refiero a Autobuses de Villena, que inexplicablemente se llevó el premio a la mejor empresa 2008. ¿Usted se lo explica? ¿Será por los autobuses, que dan pena? ¿O por los conductores, que no se cortan a la hora de hablar por el móvil conduciendo y están divididos formando dos “bloques”? ¿O por el jefe, que despidió (cuando según él Francés le quitó la piscina de Apadis) a uno de sus chóferes bajo sorteo poniendo a los cuatro últimos conductores en una urna? Dichos chóferes, para proteger sus empleos, se separaron del resto de la plantilla y se arrimaron a la empresa dejando a los sindicalistas como “los otros”.

Posteriormente despidió a dos chóferes más improcedentemente. Y, por último, a mí, también improcedentemente, ya que he trabajado en la empresa ocho años y nunca había pasado nada hasta que vinieron dos nuevos chóferes, antiguos zapateros, sin ninguna idea de mecánica, a hacer el mantenimiento de los autobuses. Imagínense en qué condiciones van. Un ejemplo: el 10 de febrero le cambiaron el aceite a un autobús y, a la media hora de arrancar, se quedó sin aceite, ya que no sabían realizarlo. Otro: cuando van a pasar la ITV cambian los neumáticos de algunos autobuses para que puedan pasar la revisión, y después de pasarla, vuelven a colocar los viejos.

Mi despido ha sido a raíz de la llegada de estos dos chóferes, que desde que entraban en la cochera iban fumando detrás de un cigarro otro. Me quejé y les pedí que no fumaran, y me faltaron al respeto diciéndome que lo harían cada vez que quisieran, que yo no era quién para prohibírselo y que el jefe se lo permitía. Pero, ¿no está la ley por encima del jefe? Esto fue el comienzo y, a continuación, uno llegó a insultarme hasta decirme “hija de la Gran Bretaña” delante del jefe, que le daba la razón a quien lo dijo. A raíz de ello el jefe me ordenó un cambio repentino de horario, opuesto al que tenía. Estando yo de acuerdo y pidiéndole que me lo diera por escrito, que era mi derecho, se negó. Me dio la carta de despido.

Otro ejemplo: uno de los chóferes rompió una luna del autobús pequeño y le sancionó tres semanas sin empleo ni sueldo. Sin embargo, uno de sus arrimados rompió un parabrisas de otro autobús y no pasó nada. El trato a unos y otros es como de la noche al día, injusto, con lo cual están viviendo una dictadura estos trabajadores, porque si él pudiera los despediría a todos menos a esos tres.

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