En un suplemento dominical, el psicólogo y psicopedagogo Bernabé Tierno, como punto de partida para su lección, traía una cita de Henry David Thoreau: No conozco ningún hecho más estimulante que la incuestionable habilidad del hombre para elevar su vida mediante un esfuerzo consciente.
En el contexto del debate que toda reforma educativa conlleva, hay quienes se preocupan por el grado de esfuerzo que ha de valorarse en la evaluación del alumnado. A algunos les parece siempre excesivo, a otros, preocupados por lo que llaman cultura del esfuerzo, escaso.
En nuestro caso, porque valoramos la positiva lección que el esfuerzo dicta a la persona, lo reivindicamos como estimulante. Pero un esfuerzo consciente, como el que glosa Thoreau. Consciente para trabajar no a lo loco, consciente para no hacer las cosas por hacerlas sino con un fin premeditado y meditado, aupando nuestra vida, alimentando nuestra vitalidad, estando a lo que hay que estar, esforzándonos. Esfuerzo que aunque no siempre satisfará lo pretendido, sabe bien hacia donde camina.
Henry David Thoreau entre otras ocupaciones fue fabricante de lápices. Y a los lápices, ya se sabe, hay que sacarles punta.
