Cartas al Director

Esta vez sí: sólo para hombres

El día 22, y como antesala del día 25 de Noviembre, se presenta una guía para jóvenes que trata de abordar el fenómeno de la violencia contra la mujer desde una perspectiva diferenciada: el anverso va dirigido a las chicas, y el reverso a los chicos.
Aquí, la diferenciación de los discursos es un indudable acierto a pesar de que la palabra diferenciación les parezca inapropiada a ciertas personas. Esas personas rechazan aquellas políticas que buscan la igualdad entre hombres y mujeres partiendo de la actual desigualdad social y cultural. Porque la verdadera equidad asume las relaciones asimétricas en la distribución del poder y trata de equilibrarlas. Diferenciar entre quienes explotan y son explotados es justo; diferenciar entre víctima y culpable es justo, diferenciar entre quien domina y quien es dominado es justo. A la inversa, aquí, sería injusto no diferenciar.

Sin embargo, los nuevos paladines de cierta caricatura de los verdaderos valores liberales de igualdad y libertad olvidan premeditadamente esto. En el fondo prima el deseo, disfrazado de pensamiento en el mejor de los casos, de ser “libre” para que todo siga “igual”. El cambio de nombre del hasta ahora “Consejo de la Mujer” por “Consejo de Igualdad” no deja de esconder esta estrategia.

Para éstas y otras personas se ha llegado al punto deseable de equidad entre géneros: que en la mente de los varones hay un profundo respeto por la dimensión femenina de las personas, que la mayoría de los varones han renunciado al valor de dominación de la alteridad, y que ya no existen cantidades significativas de agresiones en razón de la condición femenina de las personas. En este estado de las cosas, sería justo aspirar a que todo siguiera igual. ¿Pero es el caso?

El caso es que millones de personas en el mundo, miles en Villena, y alguna en nuestras familias deben asumir que han nacido “marcadas”, que su condición de mujer lleva implícita una posición social al margen de sus estudios, su trabajo o su inteligencia. Que como tales, deben asumir que pueden ser tratadas en el continuo que va de “princesa” a “ramera” según la volubilidad del varón. Que para ser dueñas de sus vidas, muchas necesitan elaborar estrategias indirectas que no amenacen el control del varón: del padre, del amante, del jefe, del marido.

Es cierto que el camino de transformación social, cultural y personal ha avanzado. En particular, muchas mujeres, han ganado conciencia y control de sus vidas. Sin embargo, la mayoría de los varones hemos sido meros espectadores. No hemos querido aprovechar la oportunidad de andar conjuntamente ese camino. Encerrados en el aparente privilegio de la dominación, continuamos edificando nuestra imagen viril a partir de la dialéctica del control: sea en el paternalismo incluido en el cuidado, en la administración de las emociones, en la necesidad de admiración, en la asunción del patriarcado...

El camino de emancipación de la mujer puede suponer una amenaza para la propia intimidad -así edificada- del hombre; que explota en ciertos casos en manifiesta “violencia física”. Sin embargo, el maltrato físico es propio de uno minoría de hombres (aunque lamentablemente siempre demasiados). Lo que es propio de la mayoría de hombres, es el silencio. En el peor de los casos: una indiferencia cómplice. Un inmovilismo que envilece.

La violencia contra las mujeres, entendida en todas sus dimensiones, es un espejo del grado de desarrollo personal de los varones y de la sociedad que han construido a lo largo de la historia. La fecha del día 25 debería ser vivida por los varones como un “cuestionamiento”: una sana invitación a emprender una transformación interior pendiente.

DAVID MOLINA MOTOS
Asamblea Local Verde - Villena

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