Apaga y vámonos

Estado policial

En principio lo había dejado pasar, más que nada porque la macro-redada contra los peligrosísimos asistentes al concierto de la portátil ya queda un poco lejos. No obstante, visto que aquello no fue más que un capítulo de una larga serie, opinaré hoy sobre el particular, a no ser que pensar y opinar libremente también esté prohibido, que todo es posible.
Sin ir más lejos, recientemente tuvimos otra ración de macro-despliegue policial. En este caso en Colosseo Bar, donde de repente y sin venir a cuento, la Guardia Civil cortó la calle con sus coches y entró a saco: música fuera, luces encendidas, nadie sale ni entra, asalto a los servicios, etc. El resultado, el esperado: nasti de plasti, y si acaso le pillaron alguna china a alguien, sepan que con los 300 euros de multa no pagan ni el combustible consumido por tan aguerrido operativo, al que no le faltaban ni sus boinas especiales de Comando Delta Force en benemérita versión. Cuentan las malas lenguas que, al mismo tiempo que las Fuerzas del Orden perdían el tiempo y nos lo hacían perder a quienes habíamos salido a divertirnos, la Asociación de Vecinos del Rabal preparaba su enésima denuncia contra el supermercado de la droga en que se ha convertido Villena, mientras que las carcajadas proferidas por los intocables narcos de la Pedrera se oían hasta en Caudete.

No obstante, y ya que nuestra edil de Policía, Adela Serra, se muestra hiper-orgullosa de tanto despliegue y asegura que es “por nuestra seguridad”, me voy a tomar la libertad de sugerirle futuras actuaciones a fin de convertir Villena en una patena libre de delincuentes. Cuando haya terminado con los melenudos y las hippies, que como todo el mundo sabe son un peligro, podría emprenderla contra los empresarios que escaquean impuestos que habrían de beneficiar a toda la sociedad. ¿O acaso no son unos delincuentes a la luz del Código Penal? También podría mandar investigar a los negreros que dan trabajo a inmigrantes sin papeles y les pagan una mierda explotándolos como esclavos, o a quienes maltratan física o psicológicamente a sus parejas, o a quienes abandonan o golpean a sus animales (la tortura y el sadismo, en cambio, son perfectamente legales mientras tengan lugar a las 5 de la tarde, la autoridad lo permita y el tiempo no lo impida), o a quienes destrozan nuestros escaparates, roban nuestra tiendas y agreden a nuestros vecinos…

Con todo, y mientras la señora Serra lee esta carta y actúa en consecuencia –lo mismo me da la razón que envía una patrulla a cachearme–, lo único que les puedo recomendar, estimados lectores, es que destrocen, roben y agredan cuanto puedan, porque en salvaguarda de sus derechos Constitucionales no tendrán problema alguno y en unas horas, a la calle. En cambio, coger el coche en Villena tras tomar dos vinos cenando o una copa en un bar es, hoy por hoy, una actividad de riesgo. Llevar melena, un peligro. Y fumarte un porro, un suicidio. Conste, eso sí, que lo hacen “por nuestra seguridad”.

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