Fiestas

Filibusteros. 1968-2018

Soy uno de los cuatro supervivientes de una iniciativa que, hace cinco décadas, nunca imaginé que llegaría tan lejos. Cuento pues, mi versión, no necesariamente cierta, pero sí la que guardo en mi memoria y reflejan ciertas viejas fotografías. Cincuenta años son más de dos tercios de una vida, y aunque hemos llegado a ellos casi de forma abrupta, por lo rápido, hablo de unos años lejanísimos, de una sociedad, gentes y Fiestas que en nada se parecen a las actuales.
En aquel lejano 1968 se vivían momentos de desarrollo económico. Calzado y agricultura sobre todo, proporcionaban a Villena posibilidades de expansión económica hasta entonces impensables. No había paro. El despegue económico tuvo su reflejo en las fiestas de Moros y Cristianos: Más festeros, más iniciativas, mejor espectáculo, más gasto.

En este contexto, aquel verano de 1968, viviendo los calurosos atardeceres del mes de agosto, junto al parterre, en el paseo de Chapí, un pequeño grupo de piratas hablábamos de Fiestas. Por entonces, a falta de viajes y vacaciones, los Moros y Cristianos eran una parte muy importante de nuestra diversión. Hacíamos memoria de Fiestas pasadas, de momentos alegres vividos y planeábamos las que estaban próximas a llegar. Alguien preguntó: “¿Por qué no hacemos una escuadra especial? Es una forma de vivir todo el año la fiesta, hay que reunirse para diseñar y confeccionar el traje…”. Y allí quedo decidido: seríamos la cuarta escuadra especial de los Piratas, tras Bucaneros, Titanes y Maracaibos. A los pocos días teníamos nombre: Filibusteros. Pero no pudo ser. No habíamos contado con las normas. Nuestro presidente nos aclaró que solamente tres escuadras especiales podían desfilar con la Comparsa. Y las tres ya existían. El sueño de aquel verano se desvanecía tan rápido como se había presentado. Los Filibusteros, aquel 1968, desfilaron dentro de uno de los bloques piratas.

Galeón Pirata
Sin embargo no desistimos de nuestra iniciativa y de cara a 1969 se nos ocurrió que tal vez podíamos desfilar en un barco pirata. La directiva dijo sí, con una condición: gastos de todo tipo a nuestro cargo. Aceptamos y en 1969 hicimos la Entrada a bordo de un rudimentario galeón que nos ayudó a construir un buen pirata, Pepete Payá, “el herrero”. Resultó una experiencia novedosa y agradable. A falta de un puesto en la Comparsa como escuadra especial, los años 70, 71 y 72 volvimos a desfilar en carroza. El ciclo como tripulantes terminó por un “ligero” incidente durante la Entrada de 1972. En aquellos años las carrozas, al llegar a la tribuna de autoridades, iniciaban una peculiar batalla con el lanzamiento de “cosas” que los “tribunos” devolvían ardorosamente. Una de las “cosas” que salió volando de nuestro barco fue una monumental caballa adobada con pimentón rojo. La desbandada fue generalizada entre quienes vieron que se les venía encima de sus impolutas vestimentas. Protestas, algún insulto y sanción: prohibido tripular carrozas a perpetuidad.

Milagrosamente aquel año la Comparsa, que había recibido petición igual que la nuestra de otras dos escuadras, nos citó ofreciéndonos ser escuadra especial. Al elevarse a seis el número de escuadras, tres saldrían un año y las otras tres el siguiente. El sorteo determinó que nuestro primer desfile sería en 1974. A partir de entonces, siempre que nos ha correspondido y hasta el año 2012 hemos sido escuadra especial. Hemos puesto en desfile un total de 18 indumentarias especiales, muchas de ellas de diseñadores premiados (Vicente Rodes, Pedro Marco, Jaime Carlos Moreno, Azorín…). A ello súmense las 4 carrozas, cada una distinta y original de los años 1969 a 1972. También fue muy destacable nuestra participación en la Retreta por lo cuidado de las representaciones (la boda de Lady Di, Sanfermines, La Zarzuela, Curro Jiménez y un larguísimo etc. durante muchos años).

A día de hoy nuestras vitrinas están vacías de trofeos. Aunque sabíamos de la dificultad, nunca renunciamos a luchar por un premio, mínimo, exiguo, compartido. No llegó.

Orgulloso legado
Paréntesis obligado fueron los años 1979 y 1980. Un vacío de poder en la Comparsa, que se quedó sin directiva, nos ilusionó y aceptamos, en bloque, la presidencia y dirección de los Piratas. Una serie de confluencias hizo que, por primera y única vez, eso creo, los Piratas fueron galardonados con un accésit por su actuación en los desfiles de 1980. Verdes como hoja perejil nos puso más de un veterano. En aquellos dos años nos pusimos por completo a trabajar para la Comparsa y hubo algunos logros destacables; se aprobaron y legalizaron los primeros estatutos, se editó la primera revista anual de la comparsa, se organizaron los desfiles al modo actual, siendo nuestra comparsa pionera en ello, se celebró, hace ahora cuarenta años, la primera comida de hermandad de la Comparsa, se acordó en Asamblea General una cuota de entrada a nuevos socios y se confeccionó un libro de socios, ya que anteriormente se operaba mediante fichas, entre otras menores decisiones.

Fue en 1993, con motivo de nuestro 25 aniversario, cuando, dispuestos a dejar huella de nuestro paso por la Fiesta, nos embarcamos en la obra que más nos satisface y que perpetúa nuestro nombre dentro del Santuario de Las Virtudes: la ofrenda el día 7 de un mural relatando la historia hasta hoy conocida de nuestras fiestas. Aquella decisión se vio avalada y apoyada por dos grandes villenenses: Joaquín Sánchez Pardo y Alfredo Rojas Navarro. Nosotros fuimos promotores y productores, ellos el alma, la emoción y el arte. Gracias a ellos y a nuestro empeño, hoy ya hace 25 años que luce, para orgullo nuestro, en honor a La Morenica.

50 años de fiesta
Son estas pinceladas retazos de 50 años durante los que hemos dedicado una parte de nuestro tiempo a hacer lo que nos gusta, del mejor modo que sabemos, formando piña con miles de festeros que, además de pasarlo bien, quieren lo mejor para su querida ciudad.

Cincuenta años han pasado desde que en aquella Villena en blanco y negro, de festeros por vocación y no solo por diversión, de verbenas callejeras, dianas multitudinarias, ofrendas con miles de ramos de flores, divertidas retretas o tristes despedidas del día 9, un pequeño grupo de amigos, en un verano tórrido, a la sombra de frondosos árboles del Paseo de Chapí, decidieran formar una escuadra sin imaginar que el destino les llevaría a celebrar su cincuentenario. No habrá fastos. Queremos que todos cuantos han pasado por la Escuadra desfilen junto a nosotros este año y vuelvan a compartir momentos de alegría y desenfado. Faltarán dos al menos, se marcharon prematuramente, aunque no les olvidamos.

Felices Fiestas del cincuenta aniversario de los Filibusteros.

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