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Fulgencio Cerdán: “Los trabajadores municipales como garantes de un servicio público de calidad”

Algo que toda persona que en un momento dado de su vida quiere dedicarse a la política ha de tener claro es que no se “es” político, “se estᔠen política, lo que no debe dejar de ser una forma coyuntural y transitoria de participar en los asuntos públicos. Ahora bien, en las Administraciones Públicas, y en nuestro caso, en el Ayuntamiento, existen personas que sí deben considerarse profesionales: los trabajadores y trabajadoras municipales a su servicio, ya sea con relación funcionarial o laboral, ya sean fijos o interinos.
En primer lugar debemos pensar que los políticos pasaremos, generalmente tras unos años de intenso trabajo, y ellos se quedarán. Esto supone que tienen un mayor recorrido, un mayor espacio temporal y una garantía de continuidad a la hora de llevar a cabo la labor municipal y el desarrollo de los proyectos. No están sujetos a un mandato de cuatro años, ni tienen un programa que cumplir, ni dar cuenta a sus votantes y partidos políticos... Esa condición, esa perdurabilidad, hace que los trabajadores municipales sean indispensables, y sean, con mucha seguridad, el engranaje más importante del funcionamiento del Ayuntamiento. Unos buenos funcionarios bien dirigidos, son garantía de una buena gestión de los servicios públicos.

A lo largo de estos tres años y medio, y en el año y medio que estuve como gerente al frente de la Fundación Deportiva Municipal, he podido constatar que el Ayuntamiento de Villena tiene muy buenos trabajadores, aunque siempre exista la excepción. Pero es evidente, para cualquiera que haya tenido la oportunidad de trabajar en el Consistorio, que son un motor imprescindible en el funcionamiento y desarrollo de nuestra ciudad.

En estos momentos, en que tanto se habla de aplicar criterios empresariales en la gestión de las Administraciones Públicas, hemos de ser conscientes que un Ayuntamiento no es una empresa. La primera finalidad de una empresa o de un empresario es ganar dinero, la del Ayuntamiento es y debe ser la prestación de servicios. Esto no significa olvidar la eficiencia, que debe de estar muy presente en la gestión pública y por supuesto se debe de implantar en los departamentos municipales, pero el funcionamiento ha de ser distinto, ya que los objetivos lo son. Por ejemplo, los trabajadores y trabajadoras de Servicios Sociales, ante los que me quito el sombrero, no van a procurar una rentabilidad económica a las arcas municipales, pero sí es muy importante la rentabilidad social que se consigue desde ese departamento para el municipio.

También es importante reconocer que existen asimetrías en los salarios de algunos trabajadores y trabajadoras que realizando funciones similares, obtienen distintos sueldos. Esto es algo que hay que corregir desde la objetividad, sin prisa pero sin pausa.

Motivar al trabajador en la empresa privada casi siempre resulta más sencillo que en la Administración Pública. En primer lugar, porque está en juego el puesto de trabajo, ya que si el trabajador piensa que haciendo bien las cosas tiene más posibilidades de continuar en la empresa, se esforzará más; también es sencillo incentivar vía mejora económica. En los Ayuntamientos, los trabajadores, en su mayor parte, tienen ya la seguridad laboral asegurada, y la vía de los incentivos económicos está muy limitada. Es por ello que la motivación ha de llegar por otros caminos, por ejemplo: a través de una estructura organizativa clara; mediante la cercanía y el reconocimiento del político; además se ha de respetar el trabajo y las iniciativas de los trabajadores municipales (lo que no quiere decir que el político no tenga que decidir, decidir sí, pero bien fundamentado), y por supuesto el entorno de trabajo ha de ser lo más agradable posible.

Dicho lo anterior, la firmeza, en ocasiones puede que deba ser utilizada. Los funcionarios, tienen una alta capacidad para bloquear el funcionamiento de la Administración, y en ocasiones, si existe conflicto, pueden tener tentaciones de “paralizar” al Equipo de Gobierno para obtener beneficios propios. En tales casos, la firmeza es imprescindible y la debilidad, por contra, convertirá la situación en insoportable. Ahora bien, opino firmemente, y así lo he podido constatar al menos en el Ayuntamiento de Villena, que si se aplican las recetas del párrafo anterior, el funcionamiento es más que correcto.

Además, hay que tener claro que los funcionarios no son nuestros amigos, ni por supuesto nuestros enemigos. Hay ocasiones en las que más de una concejal cae en la tentación de tratar a los funcionarios como “colegas” más que como trabajadores. En mi opinión es un error, el abuso de conductas de “colegueo”, bromear más de la cuenta... van a ir casi siempre, a medio y largo plazo, en detrimento del respeto recíproco y del trabajo a desarrollar. Esto no quita para nada, que con el tiempo, se desarrollen relaciones de verdadera amistad, pero la amistad no se fuerza, surge como consecuencia, precisamente, del respeto, de la colaboración de las afinidades comunes, es decir, como en el resto de relaciones de amistad.

Otros concejales parten del concepto peyorativo que la sociedad tiene a veces de los funcionarios y los ven como el enemigo a batir. Este error aún es más grave, porque, por supuesto, no van a conseguir batirlos. Ellos permanecen y nosotros los políticos pasamos. Y, desde luego, ese concepto peyorativo no responde a la realidad. Los funcionarios son, por lo general, trabajadores ejemplares, con un alto concepto del servicio público, respetuosos con el ciudadano, aunque haya excepciones como he comentado con anterioridad.

Para concluir, por si a alguien le sirve, con toda la humildad, con todo el respeto, con toda la cordialidad, valoremos su trabajo y pidamos su ayuda siempre, el funcionamiento del Ayuntamiento y del municipio lo notará.

Fulgencio José Cerdán Barceló
Secretario General del PSOE de Villena

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