Estación de Cercanías

Gracias Monseñor

Nunca llegué a digerir totalmente las muestras de pavoroso histerismo que desde los más radicales frentes católicos se desataron con anterioridad a la representación que el Sr. Bassi nos ofreció el pasado Viernes de Dolores. No era capaz de dilucidar las causas u ofensas que en pos del debido respeto se enarbolaron; y después de presenciar los 12 minutos malditos de “La revelación” así como la totalidad de la obra, después de mucho pensar, de mucho leer opiniones venidas de ambos lados de la polémica, de intentar aclarar las ideas… la digestión se hizo más pesada.
El empacho de malas intenciones, de interesados discursos, de opiniones forjadas por opiniones ajenas y creídas a pies juntillas, muestra de la más dañina de las ignorancias, el acumulo de cuestiones que hacían cola en mi cabeza a la espera de ser resueltas, me tenían el estomago y las ideas revueltas, molestias que sólo han sido aliviadas gracias a monseñor Rouco Varela.

Sí, sí, como lo leen; porque ahora, y después de que su ilustrísima haya notificado en firme el cierre de la parroquia madrileña de San Carlos Borromeo, con el incomprensible argumento de que sus párrocos no ofician los servicios religiosos con las vestimentas debidas, he llegado a una esclarecedora conclusión; el refranero se equivoca. Ya no tengo ninguna duda al respecto a resultas de los últimos acontecimientos vividos. El hábito sí hace al monje en cuanto a algunos de los comportamientos católicos. Basta con observar detenidamente para comprender que al final de todo, las más hondas de las reacciones y criticas al inofensivo Bassi así como la incomprensible desmantelación de Vallecas están justificadas insosteniblemente por el uso o no uso del uniforme religioso en los momentos adecuados; resulta que la labor realizada y el respeto a las ideas ajenas reciben los más feroces castigos por la ausencia o presencia de unos trozos de tela a modo de vestuario.

De poco han valido los más de 30 años que llevan los “curas rojos” ofreciendo su ayuda y consuelo a los parias de la sociedad, a los olvidados por todos. De poco ha valido que tal y como está escrito, si la Biblia no me engaña, el de Judea predicase con harapos sobre sus hombros y mugre en su piel sin que esta nimiedad fuese obstáculo para hacer llegar la grandeza de su discurso a los harapientos y marginados, palabras de aliento al más necesitado, al enfermo, palabras para hacer el bien sin mirar a quien. Es mucho más valioso para la iglesia el mostrar la indumentaria impuesta por Roma que la labor humanitaria realizada en pantalón vaquero y sin miedo a la cercanía. Es mucho más fácil hacer oídos sordos a verdades como templos porque son dichas utilizando un disfraz de Papa.

Gracias Monseñor, gracias por confirmarme en lo que siempre he pensado, y por mostrarme que en su iglesia se anteponen las formas a los fondos, las apariencias a los logros, los hábitos en tejido a los hábitos de buen cristiano. Gracias por confirmarme en mis creencias y ratificarme en el camino que siempre he seguido, el que me lleva a estar del lado de los que muestran el ejemplo con su ejemplar comportamiento, de aquellos que son fieles a sus pensamientos y hacen de ellos su “modus vivendi”, de todo aquel que no se deja llevar por cegadores oropeles cuando del más desfavorecido se trata. Tan solo me queda una duda: ¿Se habrá pedido desde el PP que el importe íntegro de la subvención que se retiró a Bassi vaya destinado a los drogadictos, presos y seropositivos de la parroquia del puente de Vallecas que van a ser más míseros todavía por culpa de una casulla?

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