La festividad de San José, celebrada hace apenas unos días, es un momento señalado en muchos hogares, también en el nuestro, debido a que se celebra el día del padre. Mis dos hermanas y yo, hemos tenido la suerte este año de poder hacerle un gran regalo a nuestro padre, un regalo que sabemos le va a hacer mucha ilusión.
Hace ya 5 años que, por motivos de salud, tuvo que jubilarse, y llegado este difícil momento para él, tanto nosotras como nuestra madre estábamos muy preocupadas por cómo se tomaría la vida sin trabajar, ya que sabíamos que le costaba asimilar la idea de verse fuera de su taller, manchado de grasa y oliendo a gasoil. Desde que tenemos uso de razón no le conocemos afición alguna, salvo estar con su familia y amigos los fines de semana. Con tanto tiempo libre, ¿qué es lo que podía hacer?...
Comenzó a leer, a hacer sopas de letras, a escuchar música pero le seguían sobrando demasiadas horas al cabo del día. Con el buen tiempo se iba a la casa de campo familiar y empezó a plantar flores y a cuidar un pequeño huerto, y hasta se atrevió con la albañilería. Terminada esta faena se metió a su laboratorio, como él llama a su pequeño taller casero, y comenzó a dar rienda suelta a su imaginación y a una de sus grandes pasiones: soldar.
Un oficio hecho arte
Sí, sí, soldar, porque nuestro padre es un experto soldador que ganó un segundo premio provincial de soldadura con tan solo 18 años. Su trabajo de mecánico hizo que perfeccionara esta técnica hasta el punto de que, a día de hoy, hace auténticas maravillas: estanterías, jarrones, muebles, maceteros, juguetes para sus nietos, adornos, utensilios para cocinar y hasta réplicas de monumentos como la iglesia de Santa María o nuestro Castillo de la Atalaya.
Una curiosa afición que requiere un trabajo minucioso pero que nuestro padre maneja con una gran maestría y que hoy nosotras queríamos compartir, con mucho orgullo, con todos los lectores de El Periódico de Villena.
