Viéndolas pasar

José Luis Bueno, una magnífica idea

José Luis Bueno, como su apellido, era un hombre bueno, un gran Guardia Civil, un magnífico ciudadano y mejor amigo. Tuve el enorme honor de ser amigo suyo, tuve la ocasión y el enorme placer de compartir con José Luis muchas horas de guardia, de juegos de cartas mientras estábamos pendientes de cualquier emergencia que pudiera surgir.
José Luis me contó cómo atentaron contra él, y en sus ojos saltones se veía el sufrimiento de unos recuerdos que, se le notaba, tenía entre nieblas. José Luis estuvo con nosotros muchos días mientras se recuperaba definitivamente de las heridas físicas de aquel atentado, pero todos sus amigos sabíamos que las heridas del alma tardarían mucho en cicatrizar.

José Luis tenía una gracia especial a la hora de bromear, aquellos ojos saltones que a veces delataban su tristeza por lo vivido, eran también espejo de un espíritu joven, vivo y muy ilusionado por su futuro. Próximo a casarse, recuerdo los planes que tenía y un día llegó con su Renault 5 más serio de lo habitual, estaba esperando el alta, y venía con ella en la mano: “Me han destinado al mismo sitio”. Nos dejó helados, no sólo por el riesgo que volvía a correr, es que revivía aquel trágico pasado. Fue poco tiempo, un par de meses si no recuerdo mal.

Pronto volvió, esta vez a Benejama, se compró su moto todoterreno y paseaba disfrutando de Villena y sus caminos. Era una alegría enorme encontrarnos cuando él patrullaba, ya habían pasado unos años...

Aquel día de septiembre lloré como un niño, me enteré de su accidente por casualidad... no daba crédito, me fui al cuartel y se confirmó. Lloré como un niño, de tristeza y de dolor por el amigo perdido. Lloré de rabia, por lo injusto de esta vida. En la capilla ardiente instalada en la Casa Cuartel, viendo a sus compañeros haciéndole guardia de honor, viéndoles rodar las lágrimas por sus mejillas, no pude hacer más que pensar si José Luis se había ido sin saber lo mucho que le queríamos sus amigos. Repasé los muchos momentos que pasamos juntos y me di cuenta de que nunca nos expresamos el sentimiento de afecto que nos teníamos... quise creer que él, como yo, no necesitaba que se lo dijese, lo sabía.

Si es verdad que hay un “más allá”, estoy seguro de que José Luis seguirá patrullando los cielos, contagiando esa alegría con aquella chispeante sonrisa, haciendo amigos como los muchos que dejó aquí.

Creo que si alguien merece tener el honor de que una calle de Villena lleve su nombre, ese es José Luis Bueno.

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