Quizás algunos recuerden que hace apenas un par de meses dediqué dos columnas consecutivas a dar cuenta de las nuevas adaptaciones al cómic de obras literarias que se habían venido publicando recientemente, pero en las últimas semanas ya se habían vuelto a acumular unas cuantas más en la pila de lecturas pendientes. Así pues, allá vamos con tres títulos más que merecen bastante la pena.
Empezaré, nobleza obliga, por un clásico indiscutible de las adaptaciones: la aproximación del gran maestro Alberto Breccia a los relatos de Edgar Allan Poe. En efecto, el volumen El corazón delator (y otros relatos extraordinarios de E. A. Poe) reúne cinco historietas breves que suponen el encuentro de dos figuras fundamentales, cada una en su ámbito: sin Poe no se puede entender ni la literatura de terror (que cultivó en relatos tan míticos como los aquí adaptados y otros como La caída de la casa Usher, El retrato oval, El entierro prematuro o Ligeia), ni tampoco el género policíaco y el noir (que prácticamente arranca con sus cuentos protagonizados por Auguste Dupin: Los crímenes de la calle Morgue, El misterio de Marie Rogêt y La carta robada); y el gran guionista y dibujante uruguayo de nacimiento y argentino de adopción nos dejó obras maestras del noveno arte como Mort Cinder o Informe sobre ciegos, sin olvidar otras aproximaciones al horror literario como sus versiones de los relatos del inevitable Lovecraft recogidos en el tomo Los mitos de Cthulhu.
Pero volvamos a su personalísima mirada a propósito de Poe: la más popular de estas adaptaciones es la que da título al libro, que parte del que ya es de por sí uno de los cuentos más representativos del autor estadounidense, y que en manos de Alberto Breccia se convierte en un ejercicio de estilo que todavía hoy, varias décadas después de su publicación original, sigue proyectando una influyente sombra sobre las generaciones de narradores gráficos que vinieron después merced a la influencia del montaje cinematográfico y al uso contrastado del blanco y negro. Pero desde luego no son nada desdeñables sus reinterpretaciones de historias como William Wilson, La máscara de la muerte roja, El gato negro -uno de los relatos de Poe más veces adaptados al cómic, dicho sea de paso- o El caso del señor Valdemar, el resto de historias que conforman un volumen que además incluye material extra de indudable valor y que por tanto no puede faltar en la biblioteca de ningún buen aficionado al cómic.
También es un clásico indiscutible, este nuestro, Benito Pérez Galdós; escritor canario que ambientó la mayor parte de su producción literaria en el Madrid en el que vivió buena parte de su vida. Por ello, y para celebrar que este año se cumple el centenario de su fallecimiento, la Comunidad de Madrid encargó a José Pablo García la adaptación de uno de sus Episodios Nacionales: la tercera entrega de los diez volúmenes que componen la primera serie de este monumental proyecto literario, y cuyo título El 19 de marzo y el 2 de mayo se ha acortado considerablemente para su versión en viñetas. Sin duda, García parecía ser la elección más acertada por su querencia por la historia reciente de nuestro país, y que incluye tanto los grandes acontecimientos históricos (ya adaptó con anterioridad el fundamental ensayo de Paul Preston dedicado a la Guerra Civil) como a la intrahistoria en minúsculas (por más que estuviese protagonizada por alguien tan popular como el niño prodigio Joselito).
En efecto, la línea clara del autor, en la línea de un Chaland o de algunos de los autores españoles que publicaban en la mítica revista Cairo más que de un Hergé, sirve con efectividad al relato de la gestación del motín que terminaría con la carrera política del ministro Manuel de Godoy y la revuelta popular que vivió la capital de España en la jornada que da título a la obra. No obstante, la atención del autor parece centrarse más en las desventuras amorosas de los jóvenes protagonistas, Gabriel Araceli e Inés... cuya conclusión definitiva solo conocerán quienes lean la obra literaria al completo. Ojalá, y no se me escapan las proporciones titánicas de la propuesta, se siguieran adaptando el resto de los Episodios Nacionales al cómic, ya fuese por parte del mismo José Pablo García o de otras figuras del cómic patrio, hasta configurar a un proyecto divulgativo (de nuestras letras y de nuestra historia) prácticamente sin parangón. Y si vienen con prólogo de Luis Alberto de Cuenca, como en esta ocasión, pues mejor que mejor.
Finalmente, menos conocidos nos resultan tanto la novelista italiana Simonetta Agnello Hornby como su compatriota Massimo Fenati, que ha sido el encargado de traducir en imágenes la novela con la que aquella, abogada de profesión, debutó en el mundillo literario de forma tardía (pues ya se acercaba a la sesentena). La Mennulara es un gran fresco coral ambientado en los últimos días de septiembre de 1963, tras el fallecimiento de la mujer cuyo apodo sirve para dar título a la obra: una criada de carácter adusto pero honrado que marcó las vidas de los integrantes de la familia de linaje ilustre a la que servía, y que incluso después de muerta parece seguir manejando los hilos de las vidas de todos aquellos desde la tumba.
Debo reconocer que no he leído la obra original, pero sospecho que se trata de un texto de valor literario cuyo principal atractivo muy bien podría ser la certera caracterización de los personajes y la precisión y veracidad de los diálogos; pues estos y no otros son los principales méritos de una novela gráfica que se lee con sumo interés y que pone el foco de atención en un autor, el citado Massimo Fenati, del que me gustaría leer algo más en el futuro... Independientemente de que se trate bien de un material original, bien de una nueva adaptación literaria a glosar en otra columna, una más, como la presente.
El corazón delator (y otros relatos extraordinarios de E. A. Poe), El 2 de Mayo y La Mennulara están editados por Astiberri, Reino de Cordelia y Planeta Cómic respectivamente.