Testimonios dados en situaciones inestables

Juan y Mateo, 36 y 35 años

- A ti te gusta mi mujer.
- ¿Qué quieres decir?
- Que te gusta, sencillamente.
- Bueno, es simpática.
- ¿Qué quieres decir?
- Es agradable.
- ¡No me jodas!
- ¿Qué quieres que te diga?
- ¿Qué quieres decir con agradable?
- Pues eso, agradable.

- Tú me ocultas algo.
- ¿Qué te voy a ocultar?
- Siempre hablas bien de mi mujer.
- ¿Y por qué voy a hablar mal?
- No sé, parece que te interesa.
- ¿Qué narices quieres decir?
- No te permito que te pongas machito.
- Tú mujer es mucho mejor que tú.
- ¿En qué sentido?
- Más comprensiva.
- Oye, que yo soy tu amigo.
- Pero eso no te convierte en un hombre bueno.
- Como si tú fueras un santo.
- Según qué casos.
- Seguro que quieres acostarte con ella
- Tú estás enfermo.
- Pero quieres.
- ¿Estás intentando decirme algo?
- Hay cosas que solo entendemos los hombres, ¿verdad?
- ¿Quieres decirme algo?
- Mira, solo quiero decir que te entiendo.
- ¿Adónde quieres llegar?
- ¿Lo hablamos con franqueza?
- Tú has empezado.
- Es una cuestión de redistribución.
- Suéltalo de una vez.
- Tú tienes un todoterreno.
- ¿Y…?
- Y yo tengo una mujer.
- ¿Quieres decirme lo que creo que quieres decirme?
- Todos salimos ganando.
- ¿Y qué hay de lo que piensa tu mujer?
- Dice que está aburrida. Y tú ya sabes que yo haría cualquier cosa por mi mujer.
- Joder, ¿tiene que ser el todoterreno? ¿No puedes pedirme otra cosa?

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