Fuego de virutas

Jubilar

Cuando una jubilación no nos gusta ver una despedida. Ya se ha dicho en alguna ocasión cuando, jubilándose compañeros, escribimos sobre la naturaleza de lo que percibíamos en estas situaciones donde se produce una mezcla antagónica entre la satisfacción que proporciona una labor profesional cumplida y la pena de tener que dejar de desempeñarla. La palabra "jubilar" nos despista. Entre sus acepciones encontramos, por un lado, atendiendo a su significado más coloquial, el de "desechar algo por inútil". Por otro, el significado de "alegrarse, regocijarse". Y aunque nos apuntan que este último está en desuso, es el que preferimos hoy.

La semana pasada, al tiempo que celebrábamos en Bigastro la jubilación de don José Fernández Rodríguez, se celebraban en Villena las jubilaciones de Ramona García Laguna y Martín Gual Saúco, de los que fui alumno y compañero en el IES Hermanos Amorós. En ocasiones uno quisiera ser omnipresente. Pero esto sólo es posible divino. Así, no pudiendo estar en Villena, si las palabras de la semana pasada fueron homenaje para don José, sirvan las de esta semana para Martín y Ramona. Desde el aprecio.

Y fue la semana pasada, hablando de las virtudes de don José, cuando hablábamos del tesón como factor decisivo en el proceso enseñanza-aprendizaje que dicen con su lenguaje mecánico los psicopedagogos. Tesón fundamental tanto en el docente como en el discente. Dostoyevski, en la historia de "Niétochka Nezvanova", pone en boca del violinista B... un discurso donde se elogia la tenacidad: "Yo también amaba con apasionamiento mi arte; pero estaba convencido, desde el comienzo de mi carrera, de que sólo llegaría a ser, en el sentido literal de la palabra, un obrero de la ejecución. En cambio, me siento orgulloso de no haber rehuido, como el esclavo holgazán, lo que me otorgó la naturaleza, sino, por el contrario, de haberlo aumentado considerablemente: y si se alaban mis facultades, si se admira mi técnica impecable, todo se lo debo al trabajo ininterrumpido, a la absoluta conciencia de mis fuerzas y a lo alejado que estuve siempre de la ambición, de la satisfacción de mi mismo y de la pereza como consecuencia de esta satisfacción." En definitiva, con esos ecos de parábola neotestamentaria que resuenan en la cita: Cultivo del talento, trabajo ininterrumpido, absoluta conciencia de nuestras fuerzas, alejamiento de la ambición, de la autosatisfacción y de la pereza... Valores útiles para el profesor y para el alumno. Tenacidad y entrega para contagiar tenacidad y entrega.

Martín Gual fue profesor nuestro en primero de BUP. Cuando nos estrenábamos en el Instituto. Nos impartió Matemáticas y admiramos su capacidad para hacer muy fácil lo que nos parecía difícil. Pasado el tiempo fuimos compañeros de Claustro, ejerciendo él –muchos años lo hizo– como Secretario, con la eficiencia que exige el cargo. Con Ramona también coincidí en el Claustro. Con ella no tuve la suerte de ser alumno. Sin embargo, otras casualidades en la vida local nos han hecho cómplices para mi orgullo: Pregonera de las Fiestas ella, pregonero de las Fiestas yo. Pregonero de la Semana Santa yo, pregonera de la Semana Santa ella. Honores demasiado valiosos para quien escribe y que goza el compartirlos, como con otras personas, con quien ahora se jubila. En estos casos Ramona siempre ha tenido guiños entrañables.

Jubilándose ambos parece que duele ese sabor a final que tiene la jubilación. Así que si mis palabras, amén de homenaje, han de ser de despedida, sólo se nos ocurre esperar que en los tiempos que corren, cuando algunos escupen contra una profesión fundamental, sus magisterios nos sirvan de luz en el túnel. Aliento en el bregar.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba