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La alegría del ignorante

Durante los últimos días hemos podido observar en los diferentes medios de comunicación, la escenificación del espíritu de la alegría en forma de canción por parte de los titiriteros, amigos del gobierno de ZP. Los “artistas” del canon, muy risueños y divertidos, auténticos estómagos agradecidos de las políticas del presidente del Gobierno, se encargan, a modo de melodía, de gritar felicidad, alegría, jocosidad y el mayor de los “éxtasis del buen rollo” preconizando las políticas de Rodríguez Zapatero en estos cuatro años.
Los Perea, Ana Belenes y Bardemes, los del Prestige y los del No a la Guerra, nos tienen acostumbrados a ver sacar sus colmillos cuando sus ricos intereses se ven amenazados, a pesar de que sea a favor de la gran mayoría de los españoles. Rodríguez Zapatero gritaba alegremente sus méritos frente a los “cenizos” del Partido Popular, cenizos que mientras unos tan sólo sonríen y hacen del marketing un verdadero Ministerio, otros proponen medidas concretas, intentan solucionar los problemas de la gente, de la inmensa mayoría de los españoles. El actual presidente del gobierno se ha dedicado a gobernar para las minorías, como los nacionalistas, independentistas, radicales y de extrema izquierda, creando problemas inexistentes y erosionado toda la concordia entre los españoles lograda en la Transición. Además, han hecho de la negociación con ETA su reto político, donde esa inmensa mayoría de españoles olvidada por este presidente del gobierno, tuvo que contemplar cómo De Juana Chaos, ese que se “alegró” tras los asesinatos de la familia Jiménez Becerril, disfrutaba de enormes beneficios penitenciarios y de cómo una banda terrorista casi aniquilada, volvía a recobrar el aliento institucional, económico y mediático.

Esa es la “alegría” que preconiza Rodríguez Zapatero, la alegría de la memoria histórica, la alegría de la negociación con ETA, la alegría de la incapacidad económica, la alegría del canon digital, la alegría de la insolidaridad nacional, la alegría de la desigualdad entre españoles, la alegría de no poder estudiar en castellano en Cataluña, la alegría de enfrentarse con la Iglesia, la alegría de no acometer ninguna reforma para que los españoles lleguemos a fin de mes, la alegría de no hacer nada para que no suban los precios, la alegría del paro y la alegría de la inmigración masiva. Qué alegre está España, se siente, se nota.

Sin embargo, los titiriteros del PSOE están alegres, contentos por cobrarnos un canon injustificado a todos los españoles para seguir siendo ricos. Sin embargo, a esos “artistas progres” se les echa de menos ante los atentados de ETA, ante los vertidos del “New Flame” en Algeciras y, por ejemplo, cuando Felipe González fue con soldados de reemplazo a Yugoslavia.

Entre tanto, ellos seguirán alegres, contentos con los privilegios que les otorga ZP, mientras la inmensa mayoría de los españoles, esos que hemos permanecido olvidados durante cuatro años en detrimento de las minorías, hacemos números para llegar a fin de mes, para la compra diaria, para la hipoteca, para nuestra seguridad ciudadana y para nuestro empleo, y encima el presidente de “todos” los españoles nos llama cenizos.

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