Verdes

La Asamblea Verde de Villena ante la tragedia de Haití

Tras la catástrofe en Haití la Asamblea Verde, al tiempo que expresa su dolor y su solidaridad con las víctimas, quiere manifestar la necesidad no sólo de mirar las consecuencias de la fuerza del terremoto, sino de valorar las consecuencias de la injusticia crónica que vive este país.
La Asamblea Verde hace un llamamiento para que más allá de la recogida de fondos se insista en propiciar cambios en el interior del país y en los organismos internacionales para que impidan que el 80% de la población Haitiana siga permaneciendo en la pobreza como antes del temblor de tierra y que la deforestación siga avanzando (sólo quedan el 4% de los bosques de este país).

En la década de los setenta, Haití era autosuficiente en la producción de los alimentos que necesitaba, ya que producía el 90% de sus necesidades agrícolas. Pero en la actualidad importa más de la mitad. Haití, incluso antes del terremoto, era un país sin recursos, porque se le había privado de los recursos a los que tenía derecho.

Aunque España, la UE y los Estados miembros hayan anunciado el aumento del importe de la ayuda que se dona para Haití (130 millones de euros ahora y 200 a largo plazo), este dinero no tiene sentido si no se dirige a garantizar un funcionamiento democrático de los servicios públicos en Haití y un desarrollo de políticas ecológicas, agrícolas y comerciales que garanticen la defensa de los derechos del pueblo haitiano.

Se corre el riesgo de que parte de la ayuda que ahora se dirige se condicione con compras de bienes o equipos en los países donantes o a la aceptación de políticas económicas contrarias al interés de las mayorías pobres de Haití y del medio ambiente. Los países donantes deben huir de la tentación de considerar el terremoto como una buena oportunidad de negocio al participar de los proyectos de reconstrucción.

La ayuda humanitaria es urgente, pero no es suficiente. Los pobres que hoy sufren la inasistencia tras el terremoto ya estaban inasistidos por las políticas neoliberales impuestas por el BM y el FMI. La primera manera de ayudar a Haití es respetarle y permitirle beneficiarse de sus propios recursos. Hay que exigir cancelar la deuda pública externa de Haití (ascendía a 1885 millones de dólares en 2008) y trabajar por cambiar las condiciones de explotación de este país y de tantos otros.

El dinero no sirve si no se gasta bien y entendemos que una manera fundamental de gastarlo bien es promover formas de gobierno democráticas.

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