Cultura

La fusión de la cocina de vanguardia en El Candeleo sorprende e impresiona a los clientes, que llenaron el local todo el fin de semana

El pasado fin de semana tuvo lugar en restaurante El Candeleo –Tapas como Alma– una novedosa iniciativa que, bajo la etiqueta de “fiesta gastronómica”, unió de manera espectacular la cocina de vanguardia del restaurante villenense, a cargo del chef Darío Martínez, con los postres de Irvin Bravo, repostero de La Yaya Anica y con experiencia en el restaurante Las Rejas, de Las Pedroñeras, cocina que cuenta con una de las prestigiosas Estrellas Michelín.
De este modo, y disfrutando de un tiempo espléndido, El Candeleo dijo adiós a lo grande a su terraza de verano –aunque con la nueva ordenanza recién aprobada por el ayuntamiento muy pronto vamos a ver terrazas abiertas durante más tiempo–, llenando hasta la bandera de clientes y amigos el Pasaje Candel y su planta superior, mientras que la planta baja se convertía en una cocina abierta donde podíamos disfrutar del espectáculo que supone contemplar en vivo y en directo la confección de los distintos platos y postres que componían el menú.

Infinidad de sabores y matices…
Así, el acelerado ajetreo de cocineros y camareros contrastaba con la relajación que suponía ir enfrentándose, poco a poco, con la variada y estudiada selección de platos y bebidas que El Candeleo había preparado, una selección que nos hizo disfrutar de un perfecto maridaje entre el aperitivo de la casa –con la sardina como protagonista– y la sorprendente y cremosa cerveza Damm Inedit, una auténtica alternativa al vino; de un excelente tako de foie de pato con queso de cabra y manzana perfectamente acompañado por cava; de unas espectaculares –el mejor plato para quien esto escribe– vieiras con muselina de lima y huevas de trucha servidas junto a un apropiadísimo Ribeiro… y así de otros tres platos –huevo poché relleno de centollo, espuma de brandada de bacalao, cochinillo asado con cus-cus de pasas–, para dar paso posteriormente a los postres, primero mediante una confitura de tomate con mascarpone y amareto en la que la mezcla de sabores salados y dulces nos permitía ir dejando atrás la comida para adentrarnos de lleno en un mundo completamente diferente, donde el mousse de chocolate blanco –con flor de cactus y mermelada de pétalos de violeta– y el de chocolate negro –con fresitas de Maresma– nos invitaban a disfrutar de todos sus innovadores matices, para concluir el servicio con un tatín de manzana al horno con crema de vainilla, lo que suponía la vuelta a los sabores más tradicionales y hogareños, el mejor modo para terminar una comida sintiéndose como en casa.

Eventos a la vista
En definitiva, un auténtico éxito de crítica y público para este joven local –apenas tiene dos meses– y sus jóvenes responsables, que han venido pisando fuerte y ya nos anuncian, de cara a enfrentar los rigores otoñales, una nueva serie de eventos gastronómicos dedicados a las setas, las trufas y otros elementos de temporada. Ustedes no sé, pero yo estoy deseando que lleguen…

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