Editorial

La gobernabilidad del ayuntamiento, en el aire

El miércoles de la semana pasada, mediante una carta cuyo contenido fue después transmitido a la ciudadanía a través de una rueda de prensa, los cinco ediles campistas exigieron a Celia Lledó el cese como cargo de confianza de Isidro Gosálbez. El edil implicado en el suceso, Juan Richart, fue aún más lejos, asegurando públicamente que “por dignidad, no puedo seguir siendo concejal de Obras si este señor continúa como asesor de la Alcaldía”, amenaza que, en el momento de escribir estas líneas, ha quedado en agua de borrajas.
La sucesión de acontecimientos es por todos conocida: Lledó respondía a los concejales campistas, también por carta, que al estar el asunto en manos de la justicia, habría de ser la justicia quien decidiera, lavándose las manos y haciendo caso omiso a la petición de cinco de los ediles de su equipo de gobierno. Y yendo aún más lejos, la alcaldesa rechazaba de plano debatir la destitución de Gosálbez en el último Pleno, amparándose en la reglamentación vigente para no admitir una moción del PSOE en tal sentido. Dicha actuación motivó el plante de los ediles, no sólo de la oposición, sino también de los cinco campistas, que, si querían actuar de una manera coherente con su discurso del día anterior, sólo tenían la opción de sumarse a la moción socialista y apoyar la destitución de Isidro Gosálbez.

Así las cosas, tras el ultimátum de los campistas, y el rechazo de Celia Lledó a sus peticiones, lo lógico sería que Juan Richart hubiera presentado su dimisión, cosa que hasta el momento no ha hecho. Más bien al contrario, ha vuelto a reiterar públicamente su ultimátum, señalando este mismo martes que “no puedo consentir la humillación de encontrarme cada día con este señor en el Ayuntamiento. Además creo que la opinión pública no lo entendería y nos pondrían a todos en el mismo saco”.

Dado que, a no ser que se dé un cambio inesperado –las voces en tal sentido son cada vez más–, Celia Lledó no piensa variar un ápice su decisión, lo lógico sería que en los próximos días Juan Richart renunciara a sus delegaciones y sueldo, cuyo otorgamiento es potestad de la alcaldesa, pero no así a su acta de concejal, que legalmente le pertenece, restando así parte de la mayoría que todavía ostenta el Partido Popular. No obstante, faltaría por ver qué hacen Serra, Poveda, Amorós y Pedrosa… que tienen en su mano retirar su apoyo a Celia Lledó y conformar una nueva mayoría junto a la oposición.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba