Francamente, no entra en mis planes acudir a ver la reciente La llamada de lo salvaje, por mucho Harrison Ford que encabece el reparto: el tráiler del film, con sus perros animados por ordenador y sus efectos especiales igualmente infográficos, tira de espaldas a cualquier cinéfilo con los pies bien asentados en la realidad. Si a esto añadimos que se trata de una producción de la factoría Disney, con la dulcificación del contenido original que esto suele implicar, considero que permanecer alejado de esa llamada salvaje será lo más prudente por el momento. Porque aunque a veces me lanzo a la aventura en esto de ir al cine, todo tiene un límite.
Ahora bien, el estreno de esta nueva adaptación del clásico de la literatura de aventuras es una excusa tan buena como cualquier otra para volver a leer a su autor, o para descubrirlo por vez primera si se da el caso. Y no porque Jack London se haya puesto de moda de repente: es que él es en sí mismo un clásico de las letras universales, y por tanto nunca ha dejado de estar presente en las librerías. No obstante, leer a quien responde a la figura del escritor aventurero por antonomasia es ahora más fácil que nunca gracias a una de esas iniciativas editoriales que merecen todos los premios del gremio habidos y por haber: la edición de toda su obra breve en tres tomos, con nueva traducción y textos complementarios y fotografías que arropan a la narrativa del escritor estadounidense como ambos se merecen.
Reino de Cordelia, una de esas editoriales que son de referencia para lectores empedernidos y bibliófilos de gusto exquisito, ha sido la que ha asumido el reto de trasladar a nuestro idioma el proyecto de investigación de la Universidad de Standford que culminó a comienzos de los años noventa con la recopilación, digna ya de ser considerada canónica, de los ciento noventa y siete relatos que London escribió a lo largo de su vida, de 1893 a 1916; un opus que incluye veintiocho cuentos aparecidos exclusivamente en revistas y por tanto nunca publicados en libro, y cinco inéditos hasta el momento. Todo ello suma la friolera de casi tres mil páginas escritas por quien vivió numerosas aventuras que luego convirtió en material literario. La editorial española encargó la labor de verter al castellano todo este material recopilado por la universidad norteamericana a Susana Carral, traductora de confianza de la casa y que aquí ha llevado a cabo una labor titánica de excelentes resultados, acercando al lector patrio las desventuras de los cazadores, tramperos y buscadores de oro que pueblan sus páginas.
Con los textos ya traducidos, se han armado tres volúmenes como la ocasión demanda: en formato considerablemente grande, de 17×22 centímetros, en tapa dura con sobrecubierta, y con cinta marcapáginas. Es de justicia señalar también, aunque aparezcan citados en letra muy pequeña en la página de créditos, las ilustraciones capitulares de María Espejo y la maquetación de Jesús Egido, a la sazón responsable de la editorial. Que sea el editor el encargado de diseñar con tanto mimo el resultado final y de escribir el extenso prólogo que abre el primer volumen deja bien a las claras que se trata de una apuesta personal por parte de un fervoroso valedor de la obra en cuestión. En resumidas cuentas: un regalo (o autorregalo) impecable e infalible.
En estos días también puede leerse una novela gráfica protagonizada por Jack London, de la que podría haberles hablado ya en alguna de mis columnas dedicadas al cómic biográfico, pero cuya recomendación me reservé para un día como este en el que dispusiéramos ya de sus Cuentos completos de forma íntegra. Jack London. Llegar a buen puerto o naufragar en el intento es el título completo del álbum que Maximilien Le Roy, quien aquí firma con su alias artístico de Koza, le ha dedicado a la vida del autor de Colmillo blanco. Concretamente, a un episodio muy particular de la misma: el viaje alrededor del mundo que emprendió en 1907, para el que salió en barco del puerto de San Francisco junto a su pareja Charmian Kittredge y el resto de la tripulación y que le mantendría en alta mar durante casi dos años... todo ello, sin tener ni la más mínima idea de navegación. Un período, por cierto, en el que London escribió una de sus obras más destacadas: Martin Eden, cuya reciente adaptación fue premiada hace tres meses como la mejor película del Festival de Cine de Sevilla, y de la que espero hablarles en breve porque significará que esta producción italiana se ha estrenado en salas comerciales.
En cuanto al trabajo de Koza, debe destacarse que alterna escenas dialogadas con interludios puramente visuales, con un acabado gráfico fascinante, de tintes impresionistas, y que hace justicia al autor homenajeado sin caer gratuitamente en unos tópicos -vinculados al concepto de la Aventura en mayúsculas- a los que siempre se recurre al referirnos a su figura. Tópicos ganados a pulso por el propio Jack London, todo hay que decirlo.
La llamada de lo salvaje se proyecta en cines de toda España; Cuentos completos (3 vols.) y Jack London. Llegar a buen puerto o naufragar en el intento están editados por Reino de Cordelia y Oberon respectivamente.