Cultura

La memoria de los muertos (1 de 2)

Aún a riesgo de ser considerado un televidente atípico he de citar ese extraño bolsillo roto que es Punt 2, la 2 de las y los valencianos, para traer a esta columna el programa “La Nau de les arts escèniques” emitido en la noche del pasado lunes (dilluns). No por su contenido específico en tal edición, ni por su mérito que es más que suficiente sólo por tratarse de acercar las nobles artes al gran e ignorante público (lo justo no debe ofender).
Los contenidos de La Nau, además de informarme y actualizarme en cuanto a la programación valenciana (de Valencia, que es de lo que hablan las televisiones de nuestra Comunidad), me transportaron en el tiempo: no sé si al ver allí a Chimo Flores presentando el Ciudadano Sade que realiza en su ya no tan nuevo Teatro de los Manantiales, que en el centro de Valencia consiguió escapar a la excavadora indolente que Rita condujo por la Avenida Blasco Ibáñez atravesando el Cabañal hasta encontrar el mar; o por encontrarme con Carles Montoliu presentando el Don Juan Tenorio que L’Om Imprevis lleva al Principal de Valencia. Más bien por el segundo. Ese que hace años y años vino a nuestra sala de la kaku a ofrecernos Hau!! , junto a su reconocido tocayo Alberola.

Recuerdo de aquellas programaciones escénicas muchas grandes propuestas que lustros más tarde se han retomado para conseguir idénticos éxitos, hablo de La mujer de negro o de la recién reestrenada El enemigo de la clase por citar dos ejemplos, aunque en mi memoria quedan otras con más cariño como El búho y la gata realizada por la Pavana en los inicios de los noventa y con genial interpretación de Carles Pons, o de Perversidad sexual en Chicago, texto del genial David Mamet, así como es de obligada cita en mi bagaje como espectador el descubrimiento del poemario Poeta en Nueva York de manos del fantástico Joaquín Hinojosa, algo que me llevó irremediablemente a encontrarme con Lorca.

Hinojosa, por cierto, llegó a encontrar en nuestra tierra circunstancias tan favorables que incluso llegó a ser nombrado director de Teatres de la Generalitat, cargo que ejerció con acierto hasta que fuera fulminantemente destituido por el Conseller de Cultura González Pons amparado por la Secretaria de Cultura, Consuelo Ciscar. Su delito fue expresar su opinión sobre la sociedad valenciana en general o sobre Teatres en particular, del que se despachó diciendo que se trataba de un monstruo incontrolable, irracional o patéticamente ineficaz. Debía conocer él mismo el alcance de sus palabras y sus consecuencias aunque pese a ello optó por soltar la lengua, meterse la destitución bajo el brazo y largarse a Madrid mientras que la insultada sociedad valenciana nos quedamos aquí soportando la mierda de organización escénica a la que no se puede tildar ni siquiera así sin riesgo de ser despedidos.

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