Cartas al Director

La que se nos avecina…

Como muy bien dijo Jack el Destripador: “Vayamos por partes”. Primeramente, a pesar de no haber pasado mucho tiempo, estamos hastiados ya de la inagotable resaca de la tan rebuscada Moción de Censura promovida por quienes en las urnas no se jalaron un torrao, sin dejar de lado a quienes apoyándola ven en ello la posibilidad de poder arrastrar (que no acercar) más el ascua a sus sardinas (pues no son pocas las que hay en el asador).
Pero como en este país todo es posible, creo yo que este rollo va a traer más de lo mismo, aunque se le ponga a la movida distinto collar para parecer otro perro. Miseria a tutiplén para quienes no tienen posibles, que haberlos haylos, digan los enteraillos de turno lo que les venga en gana. De hecho, solamente en esta comunidad autónoma hay, grosso modo, unas 500.000 personas que solicitan ayuda a familiares y amigos para que las pataticas y demás les lleguen a fin de mes. Que ya es mucho pedir.

Como ahora resulta que estamos en año de Mundial (evento futbolero-capitalista por excelencia), pues a eso, a hablar a gritos tarzanescos de fútbol (conversación estúpida donde las haya), a apostar sobre quién va a ganarlo y a alegrarse de forma un tanto gilipollas si lo gana tu país, puesto que si así fuese y lo ganase, los euros irían a parar a las ya superrebosantes buchacas de los que hayan ganado, y, para los demás, el pan y lo que deba llevar dentro a precio de poca alegría.

Luego, al final del cotarro balompédico, esas 500.000 personas seguirán rebuscando familiares y amigos para ese remiendo mensual que se está tornando eterno. Eso sí, siempre les quedará a los que de frente no tienen ni un dedo, el absurdo consuelo de que “somos” campeones del Mundo. Porque es que hay algunos que hablan como si los goles los metieran ellos desde casa o, mejor dicho, desde la apoyadura de la barra de un bar. Vivir para ver, fíjate.

No me olvido, además, del posible martirio de soportar, en el supuesto de ganar el campeonato España, a Marta Sánchez canta-voceando la poco probable nueva letra del Himno Nacional. Confesaos nos pille. Y esperando que si veo un partido no me toque al lado uno de esos que han inventado el arbitraje y tal, éste que siempre lo será se va otro sitio en donde no haya tele.

Lo dicho, el mejor gol de mi vida lo marqué en los Salesianos y, mecaguenlá, no salí ni en el NO-DO. Hasta más ver, pues. ¡Au!

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