Cultura

La Realidad supera

Se equivocan, queridas personas, si a raíz del título de hoy piensan que nos vamos a dedicar a la trama de espionaje madrileña, o a los señores Bárcenas y Merino, o a la reconciliación del PP villenero. Reconozco que la cabecera puede dar lugar a equívocos, sobre todo vista en este panorama político que nos ha tocado vivir. Pero no. No han acertado. En realidad de lo que quiero hablarles es de algo más pragmático, algo que hasta el momento nunca creí que pudiera ocurrir.
Pero hoy al fin ocurrió. Y lo que había sido sólo una fantasía, una hipérbole, un supuesto que sarcásticamente utilizaba en alguna ocasión para divertir a la compañía de la barra, hoy al fin sucedió. La realidad siempre supera a la ficción. Lástima que en tan alto porcentaje le dé a la realidad por superar a la ficción en los peores escenarios posibles. Y sin ser éste uno de los peores tampoco es de los que suman a favor del equipo que juega en el lado bueno, tras la línea que divide lo deseable de lo detestable.

La Realidad de la que les hablo es rotunda y mundana. Lo que al fin hoy ocurrió, les digo al fin, es que he tardado más tiempo en llegar a casa subido en el coche de lo que tardo cuando voy andando. Y no a causa de un inesperado contratiempo en las vías –que intervinieron, pero en la medida acostumbrada–, sino por una serie de infortunados contratiempos de lo más normales aunados al nuevo dibujo del tramo que une el Polígono del Rubial con la ciudad. El caso es que hoy he superado al volante los “veintipocos” minutos que me llevan el recorrer a pie la misma distancia.

Y si crucifico abiertamente la castración en tiempo y espacio que las vías significan para Villena (y sus empresas), ahora la “práctica” me lleva a tratar de igual modo la intervención realizada en la Carretera de Yecla, donde se ha incorporado el carril-bici solicitado sin atender en lo más mínimo la influencia que tendría sobre “la vida”, “los seres” de tal entorno y que se está traduciendo en atascos, retrasos y accidentes.

En las mismas, desgraciadamente (para mí), ha llegado a mis ojos el proyecto –ya en ejecución– de la Rotonda de la Constancia. Proyección que tras una simple mirada provoca extrañeza a quienes la recorremos diariamente. Parece en uno y otro caso como si nadie se hubiera molestado en exponernos en qué consiste y qué ventajas supone cada proyecto… como si así nadie hubiera tenido que contar con las objeciones –que son ayudas– de quienes circulamos y circularemos por esos enclaves. Como hecho por hacer, como un regalo impulsivo e inapropiado que no podemos descambiar.

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