Cartas al Director

La verdad os hará libres

Como usted, señor Aureliano Buendía, yo también recurro a San Juan, 8-32. Es por ello que deseo comentar su artículo del 27 de marzo en Apaga y Vámonos: “Especie protegida”.
La amplia protección, incluso penal, de la que gozan las especies en peligro de extinción, frente a la naciente indefensión del niño no nacido, es un sangrante contraste. Criticamos también la campaña de la UE, que lucha por la “avutarda, la foca polar y todo el catálogo de confieras o de petunias silvestres”, pero se muestra distraída o cómplice ante el aborto. Esta sensibilidad sobre la flora y la fauna nos ha de hacer reflexionar sobre la necesidad de proteger no menos, sino más, a los seres que van a nacer.

Es una evidente paradoja el que cada vez sea mayor la sensibilidad de nuestra sociedad sobre la necesidad de proteger los embriones de distintas especies animales con leyes que los amparan en sus primeras fases de desarrollo, mientras la vida humana en estas mismas fases sufre una desprotección cada vez mayor. La mal llamada “interrupción voluntaria de la vida del niño” supone una clara injusticia y una grave violación de los derechos fundamentales de la persona.

Con respecto al niño sevillano Andrés, todos sabemos que su caso –niño de 7 años enfermo de beta-talasemia, y su hermano Javier, nacido el 12 de octubre y presentado como “el primer bebé medicamento” en España, no es en absoluto algo maravilloso–. Con el método empleado para lograr que nazca un hermano libre de la enfermedad y compatible con el niño enfermo, a quien se quería curar, se elimina a seres humanos ya concebidos. Exactamente eso, pues para que ese “bebé medicamento” naciese, se ha eliminado previamente a una serie de embriones que, como el propio bebé medicamento, han sido creados artificialmente.

Nadie habla tampoco del peligro de que una técnica tan agresiva como es la extracción de dos células a un embrión que consta sólo de ocho, no acarreará en el futuro alteraciones irremediables a ese “bebe medicamento”, tal vez más graves que la enfermedad del hermano que presuntamente se va a curar.

Curiosamente, El País informaba el 14 de marzo de los posibles peligros de estos métodos para el bebé que lograr nacer, pero esto lo hacía en las páginas de Biomedicina del suplemento “Salud”. En las páginas ordinarias todo eran parabienes porque “el bebé elegido genéticamente logra la curación de su hermano”.

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