La adicción al cannabis es una de las más comunes en adolescentes y adultos. Aunque haya personas que lo consumen esporádicamente o durante el ocio nocturno, todos los estudios llevados a cabo por profesionales señalan un alto potencial adictivo de la marihuana.
El consumo de esta droga reduce la capacidad de memoria y de voluntad, desfigura la percepción deteriorando la sensibilidad, altera el equilibrio físico, produciendo agresividad y ansiedad y dificulta el pensamiento, el aprendizaje y la toma de decisiones por sí mismo. Los porros crean dependencia psíquica en el adicto rebajando la libertad, mientras que el que la consume piensa todo lo contrario. Además el cannabis provoca daños en el cerebro, deteriora el físico e incrementa el desorden particular.
Por suerte, este problema se puede frenar y parar a tiempo, gracias a la ayuda de profesionales y psicólogos como, por ejemplo, los que tratan adicciones en Valencia, entre otras alternativas y ciudades antes de que se desencadene un brote psicótico, propio y más frecuente en los adictos a la marihuana.
El adicto al cannabis acaba por perder el interés y las ganas por las actividades sociales, deportivas y de formación. El afectado cree que el trabajo, los amigos, la familia, los estudios, el deporte y el trabajo no le aportan nada. Quiere hacer cosas, llega a hacer planes, pero nunca los lleva a cabo. Sólo fumar porros llena esa sensación de vacío en él.
Si un miembro de la familia consume cannabis puede traer conflictos y problemas a ésta, ya que puede perder interés por los estudios o el trabajo, causando inestabilidad, o cometer delitos por actos vandálicos. El afectado va perdiendo sus amistades y relaciones y termina por encerrarse en un círculo con sus compañeros de consumo.
Si el consumo comienza cuando el afectado es menor de edad, es importante que los padres detecten el consumo en sus hijos precozmente, ya que puede desencadenar en una adicción. Los signos que pueden delatar el consumo de cannabis son los siguientes:
● Poco apetito y pérdida de peso notable.
● Pérdida de interés por sus aficiones y hobbies.
● Bipolaridad y cambios de humor frecuentes.
● Insomnio y pesadillas nocturnas.
● Depauperación de vocabulario y reducción de la comunicación verbal.
● Desaparición de afecto y sentimientos.
● Irresponsabilidad repentina.
● Abandono de responsabilidades y estudios.
● Búsqueda de la soledad, aislándose en su habitación.
