Leyendas del TesoRock
A principios de septiembre, el escritor y profesor Manuel García Pérez manifestaba en facebook su pasión por Tolstoi y por Mahler: Razones para vivir: escuchar a Mahler, leer a Tolstoi y estar contigo escribió para alguien haciéndolo público.
Como facebook es lugar indiscreto, ya me lo advirtió Carlos Prats, nosotros, que en ese momento estábamos conectados y escuchando la "Tercera sinfonía" de Beethoven, leímos el comentario y retrucamos sin ánimo de polemizar reivindicando a Beethoven y a Hemingway. Sin ánimo de polemizar y temiendo que la brevedad de nuestro apunte se interpretara como excluyente. Claro que sí: Beethoven y Hemingway, pero también Tolstoi y Mahler y... Y muchos más. Pero que estimemos lo "clásico" no quiere decir que renunciemos a cosas más contemporáneas. Tampoco a las vanguardias. En la música y en la literatura, como en el arte en general, en toda época y de toda época, hay obras que nos proporcionan placer. Que a veces es muy particular. Nos gusta una obra literaria, nos gusta una canción, un cuadro y... Y ya está. Nos gusta porque nos emociona o porque nos provoca o porque nos recuerda. Y aunque en nuestro caso es verdad que cada vez más escuchamos más música clásica, no por ello dejamos de oír novedades que nos descubren nuestras hijas, ni aquellas músicas modernas que nos emocionaron en la juventud. Por cierto, el otro día escuchando en el coche los 40 principales con mis hijas, por imperativo de ellas, una canción entre las diez primeras de la lista, la voz del intérprete, me trajo a la memoria a Cat Stevens, como si hubiera voces y ritmos que casi idénticos se heredan y repiten. Me refiero a "Let her go" de Passenger. Una bonita canción. Al cabo las canciones de autor, como los viejos roqueros, nunca mueren.
Los viejos roqueros nunca mueren. Esto nos decían algunos paisanos el pasado día siete en la broma de la Retreta que compartimos con nuestros amigos de Edad de Oro. Los 50, un Tesoro con el número "Leyendas del TesoRock". No engaño si digo que no teníamos la intención de participar. Veníamos a las Fiestas a estar con la familia, pero metidos este año en harina con los cincuentones... Valió la pena. Y otra vez la ocasión compartida con los de nuestra quinta nos devolvió muchas emociones. Y otra vez fue la música. Como en la Fiesta del Verano. Nuestro amigo Miguel Mira Estevan, con quien nos une mucha complicidad por tanto compartido, nos trajo canciones que nos emocionaron al avivar la memoria de momentos divertidos, de momentos tiernos y de momentos de zozobra propios de la edad adolescente.
El Periódico de Villena, en el especial de Fiestas de este año, publicaba un artículo titulado "Orgullo de ser generación. Edad de Oro. Los 50, un Tesoro". Y en todas estas cosas vemos ese orgullo de formar parte de una generación que cumple los cincuenta pero también el orgullo de haber sido durante este año, y lo que queda, generación de actividades que están resultando muy emotivas. Particularmente, por razones de vivir fuera, aún nos confortan y emocionan más porque trayéndonos la infancia, devolviéndonos la juventud, nos devuelven además el espacio donde las vivimos.
Los viejos roqueros nunca mueren. Lo viejo no muere. Acaso, traicionándonos, lo olvidamos. Pero de vez en cuando, aunque nos sorprenda una mancha de polvo en la yema de los dedos, recuperamos el pasado. En el caso de la música echando mano del vinilo. Que para mejor, vuelve. Cómo nos alegra el ver que en algunos comercios vuelven a venderse discos de vinilo. Leyendas del rock. Un tesoro.