Cartas al Director

Lo que podría haber pasado

Muchas veces me pregunto si el refrán “cuando veas las barbas de tu vecino quemar, pon las tuyas a remojar” (perdonen si no es así, aunque así lo recuerdo) sirve para aprender de los errores de los demás. Últimamente vemos en televisión desgracias ajenas que posiblemente sean por imprudencia de algunos, como lo acaecido en un polideportivo de Alemania, que por desgracia se ha llevado la vida de varias personas.
Estas noticias espero que no sean solamente para informar a las personas de lo sucedido, sino que sirvan para aprender de los errores de los demás y así, reforzar la seguridad para que “el por si acaso” no ocurra en ninguna instalación o evento. Más grave es el caso, cuando dicha imprudencia pudiera haber sido sometida al incumplimiento de normas y leyes, que precisamente están impuestas para garantizar que no ocurran tales desgracias, como podría haber pasado en nuestra propia ciudad.

Desde hace unos años el gobierno municipal contrata una carpa para amenizar fechas claves en el año y, si bien este humilde vecino no está en contra de dicha contratación, piensa que – lógicamente como cualquier instalación particular que quiera emprender un negocio– la carpa tendrá que pasar un riguroso control por parte de técnicos, para garantizar la seguridad de todos los que entren en dicho local y que la tranquilidad de los vecinos no se vea alterada por ruidos que vayan en contra de su salud. Pues bien, grande fue mi asombro cuando el pasado día 5 de enero –y al no poder descansar en mi domicilio por el elevado volumen de las actuaciones en dicha carpa–, decidí (si no puedes con tus enemigos, únete a ellos) que, si bien no podía dormir, podría pasarlo bien en dicho espectáculo, así que decidí entrar en la carpa. Como de mi seguridad y la de mi familia se trata, o tal vez por deformación profesional, empecé a observar que aquella instalación incumplía numerosas normas básicas de seguridad y en la cámara fotográfica, que momentos antes retrataba a mis hijos en Reyes, empecé a hacer fotos para que todos ustedes vean y piensen que se han librado de LO QUE PODRÍA HABER PASADO.

En primer lugar, fue de mi asombro un letrero – que estaba en la pista de baile– indicando la dirección de salida de emergencia, hacia el propio escenario y me dije: “si pasara algo, la gente iría corriendo hacia la parte izquierda del escenario, encontrándose con horror que no hay salida por ese sitio (indudablemente sería una desgracia para muchas personas)”. Me pregunté, si allí no estaba la salida de emergencia ¿dónde estaba?... fue entonces cuando vi al fondo de la carpa un letrero, según el cual, allí estaba la salida de emergencia…¿pero dónde? En ese lugar no había ninguna salida y, si la había, estaba completamente cerrada y no con un dispositivo que abriera inmediatamente, sino posiblemente con cuerdas o cintas enlazadas –que sería el calvario para el que se atreviese, en un momento de estrés, a intentar desatar dicha puerta, no antes de haber hecho salto de vallas–. Sí señores, había vallas impidiendo el paso a la posible salida de emergencia y eso no es todo, también había dos grandes turbinas que, indudablemente, harían bien su trabajo de impedir la evacuación de personal por la susodicha salida de emergencia. No hace falta mucha imaginación para saber lo que podría haber pasado, si por algún motivo saltase la alarma, la luz se apagase o hubiese humo que impidiera la visibilidad y la gente en su histeria saliera corriendo hacia la salida de emergencia).

No quiero ser trágico… supongamos que el posible incendio, en un principio fuera de poca relevancia y nos dispusiéramos a sofocarlo con los extintores, que obligatoriamente tienen que estar en el local y, lógicamente, bien señalizados. Pues bien vamos hacia uno de los dos sitios con sus respectivos indicadores. Pero…cuál es nuestra sorpresa al comprobar que en ninguno de los dos sitios está el correspondiente extintor. No podemos salir del local y no podemos sofocar un incendio en el interior…buena mezcla para que de este mejunje salga la desgracia de muchas familias.

Pues esto no es todo. La verdad es que no entiendo como las Autoridades y sus Técnicos no hacen las correspondientes inspecciones antes de su apertura, porque si la hubiesen hecho habrían visto tales ilegalidades. Y no menos importante es la relativa a la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años… sí señores, a menores de 18 años y no “a menores de 16 años” como ponía en letreros dentro del local. ¿Es que no saben que desde que salió el Decreto legislativo del Gobierno Valenciano 1/2003 se prohíbe la venta de bebidas alcohólicas a menores de 18 años? Es por ley que, antes de abrir cualquier local o actividad pública, éste deba tener su preceptiva autorización que, indudablemente, no se podrá otorgar sin la inspección correspondiente ¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Es que el gobierno municipal no ordena dichas inspecciones en sus actividades? Menudo ejemplo da…“Haz lo que yo diga y no lo que yo haga”, éste es el eslogan que tendría que llevar este gobierno.

Firmado:

Un villenero

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