Cartas al Director

Los cargos de confianza o “la confianza da asco”

Después de un repaso por la política actual, voy a hablar de un problema que no nos podemos quitar sea cual sea el color que gobierne, los cargos de confianza. Según el CSI-F, se estima que en nuestro país existen alrededor de 20.000 asesores. Hablando en cuantía económica estamos hablando de 850 millones de euros. Este dinero solamente entrando en sueldos, seguramente si entramos a valorar los sobres-sueldos, dietas y otros gastos el total ascienda considerablemente.
Por todos es conocido el dicho “La confianza da asco”. En la vida real no creo sea así, la confianza nos ayuda a ser más humildes y mejorar como personas, ya que nos permite reconocer nuestros errores, recibir consejos y dependiendo de cada uno enmendar posibles errores.  Es por todo esto, que ahora empiezo a entender este dicho, y es que “la confianza da asco” cuando hablamos de política.

Quizá sea injusto hacer esta afirmación, puesto que queda enturbiada la labor de algunas personas que a pesar de ser este su medio de elección desarrollan una buena labor.  Sin embargo, cuando nos basamos en los referentes de la política local da la impresión que se cumple dicha afirmación, como ha quedado reflejado en las últimas semanas con algunas actuaciones que vuelven a estar a la orden del día  (a pesar de su lejanía en el tiempo), u otras que todavía cuesta borrar de nuestras memorias por la violencia desprendida.

Sería justo plantearse un sistema de elección en el que prime la meritocracia frente a la elección a dedo o de “confianza”. Está claro que una persona implicada con el partido elegido es mejor conocedor de las diferentes líneas de trabajo, sin embargo también es cierto que existen en los diferentes departamentos que forman una institución, sea esta estatal, autonómica o local, como es el caso, técnicos elegidos y formados en el tiempo y sobradamente conocedores de la metodología. Por tanto, en mi opinión, los responsables deberían únicamente encargase de la organización de lo ya existente, o en su defecto, siendo necesaria la incorporación de personal para momentos puntuales, establecer una selección objetiva de los candidatos, disminuyendo así la importancia de las valoraciones en el plano subjetivo o de “confianza”.

De cara a las próximas elecciones locales, esperemos que algún partido tenga en cuenta en su programa electoral algún punto que refleje una elección más justa de candidatos, ya que posiblemente existan ciudadanos sobradamente formados y capacitados para desarrollar una buena tarea.  Esto seguramente beneficiaría más a la gestión del propio Ayuntamiento, como es nuestro caso, que la elección de una persona por ser un allegado político o de “confianza”, o como ha ocurrido en nuestra ciudad, por ser un familiar directo de uno de los responsables políticos elegidos. 

Absolutamente todos los gobernantes pertenecientes a las ramas del bipartidismo existente en España deberían defender estas posturas, ya que en estados como Finlandia, que el PP,  el PSOE y los medios de comunicación asociados a la difusión de ideales neoliberales han explotado hasta la saciedad para la venta idealizada del Proyecto Europeo, ya se aplican desde hace tiempo, eligiendo las diferentes jerarquías en base a esta forma de gobierno, además resulta vergonzoso que en la oposición se critique lo mismo que luego se hace mientras se gobierna.

Considerando el Estado de Bienestar finlandés como un referente, es lógico pensar que deberíamos aplicar muchísimas de las actuaciones que esta sociedad lleva a cabo, y no solamente utilizarla para realizar las comparaciones que interesan a los dos partidos que nos han representado en los últimos años. PP y PSOE utilizan, a través de los medios de su propaganda ideológica, las irreales comparaciones para la justificación de los más diversos aumentos en los impuestos a la ciudadanía, obviando datos como las abismales diferencias de salarios mínimos así como de prestaciones sociales.

Esperemos que a pequeña escala, visto que no se pueden cambiar las cosas por el momento a mayor, podamos conquistar estas reivindicaciones que favorecerían el desarrollo de una buena política para todos los ciudadanos, y no solamente para unos pocos llamados de “confianza”. 

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