Cultura

Los Hermanos Puche

Por dos noticias distintas, a cientos de kilómetros una de otra, el mes de noviembre que dejamos atrás ha reunido en mi mesa de despacho a Salvador y a Gumersindo Puche. Dos villeneros y hermanos que abandonaron la ciudad hace un incalculable puñado de años para dedicar sus vidas al viejo oficio del drama… Afortunadamente lo poco que nos llega de sus aventuras siempre es motivo de orgullo y alegría para quienes les echamos en falta de una u otra manera, y para la ciudad de Villena. Dos nombres más que se nos escapan en la farragosa ocupación de vivir el día a día, pero que ahora como en cualquier otro momento es necesario recuperar.
Yo quizás debería decir que tuve la suerte de conocer a los dos antes de que el tiempo y el espacio complicaran el asunto. Con Salva compartí trabajo y escenario con el grupo Zarangollo Teatro del Navarro Santafé en el montaje Los ochenta son nuestros; cuando todavía los ochenta se podían tocar con apenas estirar los dedos. Quizás nosotros éramos unos pipiolos, pero ya aprendimos de su actitud hacia el trabajo teatral una seriedad que después sentimos necesaria. Poco después, como es natural, nuestros caminos se fueron bifurcando. Pero el destino es así, e hizo que nos volviéramos a encontrar. Más que la coincidencia diría que fueron nuestros intereses comunes los que –aunque en diferentes promociones– nos llevaron a estudiar el Módulo de Actividades Socioculturales que ofertaba un instituto alicantino. Salva, tras cursar los estudios, se volcó en la labor de técnico de juventud y cultura, trabajando para distintos ayuntamientos y asociaciones; hasta que decidió volcar sus energías en las instalaciones de La Serrata. Un espacio rural donde él junto con otros animadores y actores como Pepe Mahía desarrollaron un valiente trabajo de gestión y producción socio-cultural.

No pasaron muchos años desde aquel encuentro en La Serrata cuando volvimos a coincidir cuando ambos optamos a una beca para continuar nuestra formación en Europa. Y nos volvimos a distanciar: yo me marché a Alemania y Salva se dirigió a Italia, un país que lo atrapó y donde formó su propia compañía de teatro de títeres. De la importancia de su trabajo hemos tenido constancia hace apenas unos meses cuando en la contraportada de este periódico se comunicó el premio Puppet&Music que la obra La leyenda del conejo volador creada por su compañía Bastiani-Puche recibió.

Este diciembre, Salva regresa a España entre otras cosas para presentar su espectáculo tanto en Alcoi como en el Festival Festitíteres de Alicante el próximo día 12 de diciembre en el Aula de Cultura de la Cam. Lo que supone una buena ocasión tanto para reencontrarse con Salva como para conocer y disfrutar de su trabajo.

A Gumersindo, Sindo, lo conocí más tarde, sin tener el gusto además de trabajar con él. Sindo fue uno de aquellos tres “locos”, junto a mi adorado Miguel Ángel Montilla y a Vicente Rubio, que presentaron el espectáculo Sexus Mortis en el Pabellón Festero con la colaboración del grupo musical Ingresó Cadáver. Quizás faltan dedos para contar los años que han llovido desde entonces. Pero me consta que aquello todavía se recuerda en Villena como se recuerdan ese otro puñado de cosas. Aquellos tres jóvenes, lo recuerdo ahora como lo sentía entonces, desprendían talento por todos sus poros. Y el tiempo, quizás, poco a poco, más lento de como se desearía, va situándolos a veces en un lugar más justo, más consecuente.

Sindo continuó vivendo en Madrid, trabajando escénicamente con Angélica Lidell, una de las mejores plumas dramatúrgicas que existen en nuestro país hoy día. Una dramaturga a la que desde hace muchos años he admirado. Por la textura de sus textos, por el desgarro y por la visión de sus propuestas escénicas (Yo tuve la suerte de colaborar con su grupo, Atra Bilis, realizando un vídeo promocional de su montaje La familia Palavrakis, y de aportar un pequeño granito de arena a algún otro de sus montajes. Historias de viejales…).

El caso es que conocía la inclinación de Sindo por la escritura dramática, pero no supe de los resultados de esta vocación hasta que encontré su nombre como autor de la pieza Obligación. Un texto que ha sido puesto en escena por Adolfo Simón, ¡en la sala Cuarta Pared de Madrid! –perdonen, queridas personas, si no comprenden esta exaltación–. El resultado es una apuesta que está teniendo acogida en… no sé si decir circuitos autonómicos o qué decir… El caso es que tal vez, al igual que me sucedió a mí, hayan tenido la fortuna de toparse con la entrevista que realizaron a Sindo en el programa cultural Mi reino por un caballo (Miradas escena) de la 2 que se emitió hace dos o tres semanas.

Los hermanos Puche. Salva Puche y Sindo Puche. A cientos de kilómetros de distancia. Entre ellos. Entre Villena y ellos. Dos individualidades que merece la pena recordar, echar de menos, buscar, seguir, acompañar, desear la mejor de las suertes.

Nota final. Ante la circunstancias. Dado que la próxima semana no contaremos con una nueva edición de este semanal, se hace necesario recordar la inauguración de Circulart. Una exposición que se realizará en el salón del primer piso de la CAMV de la calle Corredera el próximo 10 de diciembre. Una exposición de pintura/ reunión de amigos/as, donde se mostrarán trabajos de artistas plásticos sobradamente conocidos en nuestra ciudad (y más allá). Entre ellos, los trabajos de Jerónimo Martínez Rubio, quién ha sido esta misma semana ganador del Concurso Internacional de Fotografía Fundación Anade.

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