Música

Más de 15.000 asistentes al Aupa Lumbreiras convierten a Villena en la capital nacional del rock (Galería fotográfica)

A pesar del triste suceso del sábado, cuando falleció un joven de 33 años a causa de una parada cardiovascular en el recinto de acampada del festival, las primeras impresiones recogidas tras la celebración en Villena -por primera vez- del festival de rock Aupa Lumbreiras son positivas.
Fueron más de 15.000 las entradas vendidas, a las que hay que sumar toda la gente que sin entrar el recinto sí se instaló en la zona de acampada y disfrutó desde allí del festival y el ambiente que lo rodeaba. Desde la organización se destaca que, al margen del lamentable fallecimiento, que ha dejado a “todo el personal con mal sabor de boca y la moral muy tocada”, el evento en sí ha funcionado “como se esperaba, todo muy relajado y dentro de los cauces normales”. Marcos Rubio, organizador del evento, se mostraba “muy contento con todos los esfuerzos realizados tanto por el ayuntamiento de Villena como por los profesionales de la seguridad” –Guardia Civil, Policía Local, Cruz Roja, Protección Civil…–, a los que agradecía “su trabajo y compromiso”. Asimismo, y antes de hacer un balance intensivo para pulir todos aquellos defectos detectados en esta primera edición en Villena, señalaba que “quizá haya que replantear el festival en cuanto a horarios o cantidad de grupos, siempre con vistas a preservar al máximo la seguridad de los asistentes, aunque nos resulta imposible controlar qué hace cada uno con su vida y, en esas circunstancias, hay problemas que pueden resultar inevitables”.

Rubio destacaba igualmente la facilidad de acceso al festival desde la autovía y el polígono Bulilla, lo que ha evitado las largas colas sufridas en ediciones anteriores, aunque admitía que hay que mejorar cuestiones como la señalización hasta llegar al recinto. Igualmente, y ante algunas quejas por falta de iluminación en la zona de acampada o la gran cantidad de polvo que había en el recinto, señalaba que se iluminó “una parte, hasta donde pudimos llegar, pero es cierto que no cubrimos toda el área”. Respecto al polvo, indicaba que “se estuvo regando y compactando el lugar desde el lunes, pero el terreno es tan seco y hacía tanto calor que se volvía a levantar el polvo enseguida, aunque en la zona de los conciertos echamos hasta zahorra para intentar compactarlo al máximo”.

Admitiendo todas estas quejas, que consideraba “comprensibles” y el “punto de partida para comenzar a trabajar en la próxima edición”, Rubio destacaba asimismo la alta calidad musical de los grupos participantes, el funcionamiento técnico del montaje –apenas hubo problemas de sonido de importancia, y los pocos que hubieron pudieron resolverse en unos minutos– y la absoluta normalidad con que se desarrolló todo el festival, en el que los asistentes “tuvieron acceso en todo momento a unas duchas fenomenales, agua y vaporizadores para refrescar el ambiente, a puestos de comida, artesanía y merchandising y a un servicio de barra que funcionó a la perfección y no se colapsó en ningún momento”.

En lo musical, resulta imposible hacer crónica alguna cuando han sido más de 60 las actuaciones. Solo destacar que todo el mundo pudo disfrutar a la perfección y sin apreturas de sus grupos preferidos, descubrir nuevas bandas o saborear las actuaciones de iconos del rock nacional como Rosendo… En definitiva, y sin dejar de recordar en ningún momento al fallecido, con cuya familia y amigos nos solidarizamos desde aquí, un balance altamente positivo de un evento que puede y debe ser aún mejor, puliendo los defectos detectados este año y corrigiendo todo aquello necesario para que el festival crezca, mejore y se consolide por muchos años en nuestra ciudad. ¡Aupa Lumbreiras!

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