Cultura

Mensaje del Día Mundial del Teatro

Cuento con que una gran parte de ustedes, queridas personas, no han leído el mensaje encargado a Augusto Boal para la celebración del Día Mundial del Teatro (27 de marzo, se cree que el día que Sófocles fue operado de fimosis). Para el caso lo mismo da. Si es así, si no lo han leído, espero que sean estas líneas las que les instiguen a conseguir tal texto. Porque al contrario de lo que pueda parecer, pero algo común cuando los menos favorecidos celebran o exaltan, siempre existe un sector X que desaprueba el brindis propuesto, como es ahora el caso.
Me hago cargo de la responsabilidad de la empresa. Redactar un mensaje para el Día Mundial del teatro, palabras que se difundirán a lo largo del globo, que leerán con atención todas las almas envenenadas de teatro en cualquiera que sea su lengua. Me hago cargo. Pero también por ese mismo motivo son más convulsivos los estertores que me despertó la lectura del texto. En él, Boal sugiere la teatralidad en cada acto cotidiano de nuestras vidas: sea tomar un café por la mañana o asistir a una reunión diplomática y propone que “una de las funciones de nuestro arte es hacer conscientes esos espectáculos de la vida cotidiana donde los actores son los propios espectadores”. Para mí uno de los conflicto de su mensaje surge de esa teatralidad que supone en las relaciones sociales. Porque atribuir el hecho teatral en cada acción social elimina la psicología, la personalidad y las circunstancias de cada persona puesto que define sus acciones como hipócritas y premeditadas, como frías y calculadas. Y digo esto porque así son necesariamente las acciones y los sentimientos en el teatro, lo son porque buscan un fin que está más allá de los personajes.

En el teatro los personajes, como en la poesía las palabras, son sólo herramientas con las que construir una idea. Por tanto la teoría de Boal resta cualquier componente artístico al Teatro relegándolo según sus palabras a un mero espejo donde la sociedad se refleja, olvidando el mensaje que la pieza quiere lanzar a la sociedad, un mensaje premeditado, calculado y frío que se vale de la hipocresía de los actores y actrices para llegar al otro lado del telón. Como ven, Boal niega al Teatro las facultades “artísticas” naturales a todo arte, habilidades para hilvanar los objetos con los pensamientos, la filosofía con los ritmos, las palabras con los colores… Y llegados a este punto tendré que confesarles mi desacuerdo con el Mensaje que se leerá a lo largo del globo en este veintisiete del tres del nueve. Puede que a ustedes les ocurra lo mismo, por eso quise advertirles: lean atentamente antes de alzar sus copas.

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